martes, 13 de diciembre de 2011

Estoy entusiasmada

A veces las soluciones vienen solas, y de la manera más práctica que hayamos imaginado. Hoy a la una y algo, cuando nos bajábamos del coche mi hija y yo al volver de recogerla del cole, mi vecina de al lado hacía lo mismo con su hija, y en ese momento pronunció la frase mágica: "Natalia, ven a ver lo que tenemos en casa", con voz de misterio... Mi hija se acercó, entró y muda se quedó cuando vio a un perrito precioso, un cachorrillo de 8 semanas que vive con ellos desde ayer. La "marca" del perro no sé cuál es (yo llamo así a las razas), pero es monísimo, la verdad. Mi hija me abrazó hasta a mí de la emoción que tenía al verlo, y le cogió, lo acarició y estuvo un rato con él. Al entrar en nuestra casa ambas, me pregunta: "Mamá, ¿nos compras un perro?". Y mi respuesta sigue siendo "NO".

Pero me encanta el perro de los vecinos, todo hay que decirlo, y lo que significa. Es como tener perro sin tenerlo. Mis hijas podrán acariciarlo, cuidarlo si los otros niños se lo dejan alguna tarde que no estén, jugar con él, pasearlo y limpiar sus excrementos  y lo que quieran, y todo esto sin gastos ni de comida, ni de veterinario, ni preocupación de con quién dejarlo cuando nos vamos de vacaciones, ni de tener que pagar un hotel para perros. Todo genial.

Los vecinos ya me solucionaron el "problema" de la cama elástica. Mis hijas querían una y yo decía todo el rato que no, hasta que los vecinos les compraron una a sus hijos. Plantaron una en el jardín, y mis hijas pueden saltar cuando quieran. Es estupendo, sobre todo comprobar que lo de la cama elástica es una emoción para un rato, pero tampoco están todo el día saltando, y yo no tengo que montarla ni desmontarla, ni preocuparme de si niños extraños se parten la crisma, como mi hija, que se partió un brazo saltando en una cama elástica en otra casa. Ahora solo falta que los vecinos se compren conejos, y entonces otro asunto solucionado, pues el tema conejo, aunque remite tras unos meses muy machacones en los que pusieron a su padre de su parte y estuvieron incluso informándose frente a mi voluntad de dama de hierro con estos temas, es un tema muy candente en esta casa.

Ahora mismo se encuentran en la casa vecina, atendiendo al perro, y yo pienso en el Deus ex machina de las obras de teatro: ese ser o personaje que resuelve la trama de una manera imprevista, y todo cae por su propio peso. Aparece el imprevisto, el 'Dios fuera de la máquina' que sale de ella, y me soluciona el cacao. Qué maravilla.

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