jueves, 23 de junio de 2011

Otro triatlón más

Ya me he tomado dos cafés esta tarde y no surten efecto. Mi hija lleva toda la tarde tirada en su habitación o en el comedor del cansancio que tiene, pero al menos he conseguido que haga los deberes sin calculadora. La muy avispada, ante el batallón de cuentas que tenía por resolver como deberes de matemáticas, me preguntó con la calculadora en la mano que como se hace la división con ella. O la solución de utilizarla se le ocurrió debido al cansancio, o el cansancio no le impidió agudizar el ingenio, ni a mí decirle que de eso nada, que los deberes de matemáticas y más cuando están aprendiendo a dividir no se hacen con calculadora. "No es por eso, sino por saber manejarla", me dijo. Y yo: "Sí, ya, pues entonces resuélvelas primero todas, luego te lo explico y la calculadora la confisco yo luego".

Pero me río, como lo he hecho hoy cuando la he recogido a la una del cole y sin saludarme me ha dicho enfadada: "al año que viene dices que estoy mala". Yo pensaba que hoy me iba a decir que al año que viene la apuntase, pero veo que no es el caso. Hoy era el triatlón infantil de Hamburgo, y todos los colegios estaban llamados a participar. Ella me dijo que no quería, y yo no insistí, pues tienen que nadar y montar luego en bici en bañador mojado, haga el tiempo que haga, y a mí no me apetece que se me fastidien las vacaciones con una pulmonía.

A los e-mails de la profesora, primero amables, y al cuarto ya con tono enfadado al recordarnos que las bicicletas no se transportaban solas al parque donde tiene lugar el triatlón, y que había que llevarlas la tarde anterior, y que si no habría que organizar una furgoneta que costaría 69 €... Como no me di por aludida, ya que mi hija no participaba, le respondí a la profesora que si para 11 niños que participaban de toda la clase, había que montar una así, que más vale dejarlo, que llevo cuatro triatlones oyendo lo mismo, y que a veces me da la sensación que estas cosas se hacen para las madres que acompañan y no para los críos. Dicho está, aunque no sirva de nada.

Pero lo de las madres no lo digo en broma. A uno de cada dos niños que acude, o como participante o como espectador, le corresponde una madre, así que hoy daba gusto ver a la comitiva. El papel con el programa oficial ya me asustó antes de ayer: los participantes tenían que estar a las siete y media de la mañana en el parque donde es la carrera, y está lejos, y los otros a las siete y cuarto en el metro de aquí cerca. Eso quiere decir que me he tenido que levantar aún antes, y a las siete y cuarto estábamos en el metro. La "amenaza" era que como no llegasen todos puntuales, que se iban a en punto, que no podían esperar a ninguno.

Y digo yo (una de mis frases favoritas), que si no es posible organizar el triatlon a las 11 de la mañana, que el día da de sí también, y todos felices. Mi hija ha vuelto agotada de ir y volver, una hora ida, una hora vuelta, y el resto del tiempo estar de pie allí, y encima habiéndose levantado casi una hora antes. Le he preguntado si no se anima a participar el año que viene, y me ha dicho que ni participará, ni irá como bulto, que es un rollo. Que el agua estaba helada (estábamos a 14°C hoy a las siete de la mañana, y no hemos pasado de 19°C hoy), y que no le ve la gracia ni a participar ni a ir. Y que ese día estará mala. O que se dormirá y no llegará a tiempo. Y no me extraña. Aturden a cualquiera. Necesito un tercer café.

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