martes, 14 de junio de 2011

Nada es igual

A las siete de la cuarto de la tarde estaba el supermercado cerquita de mi casa como en tiempos de guerra; la parte de los pepinos, lechugas y tomates presentaba un aspecto desolador. Yo fui concretamente a por un pepino, pues en esta casa teníamos el mono: mi hija mayor me lo pidió ayer y hoy ya no queríamos que pasase de la cena sin comerlo. Quedaban tres míseros pepinos, y el resto de las cajas donde están siempre los diversos tipos de tomates, estaban completamente vacios. Si en las últimas semanas era porque no vendían ni un pepino, hoy era seguro por haberse agotado. Supongo que no pedirán todavía las cantidades de antes de la crisis del pepino, y a nada que nos hayamos animado todos los consumidores a la vez a volver a prepararnos nuestras ensaladas habituales, se habrán agotado enseguida. El viernes se acabó la veda a las hortalizas frescas, pero hasta hoy yo no he ido con alevosía y premeditación a por ellas, y me imagino que a todos nos habrá pasado lo mismo. Y sin embargo hoy ha muerto un niño de dos años de 'E.coli', el fallecido más joven hasta ahora. Yo no dejo de pensar que eran productos "bio" los infectados, cuando a mí más de uno me ha dicho ante mis protestas de que los pepinos no tenían 'E.coli' que solamente con los pesticidas que llevan los productos españoles, que no estaba de más la alarma... Que conste que no me alegro de que sean productos ecológicos los que han provocado la tragedia, pero a lo mejor algún listo se calla así.

El periódico local habla justo ahora en internet de la confianza que vuelven a tener los consumidores, que ya se hace notar en las ventas. Hasta que se alcancen los niveles de antes de la crisis, pasarán dos semanas, dicen. Al parecer, desde que se levantó la prohibición de comer pepinos, lechugas y tomates, no han podido abastecer los supermercados con las cantidades debidas. Todo se irá normalizando poco a poco. Las compensaciones económicas de Bruselas han sido aprobadas, muchos millones de euros, que parecen no ser suficientes.

Hace poco oí en la radio que hace dos años murieron dos niños en Hamburgo de 'E.coli', y aunque entonces se supo fue de eso, no de qué provenía la bacteria letal. Esto no es como los volcanes que entran en erupción y que no se ocultan. Al oír antes en las noticias que ahora uno en Chile está dando guerra, me preguntaba si antes no erupcionaban los volcanes, si es un fenómeno que abrió el volcán aquél de nombre impronunciable, y si nuestros vuelos podrían verse afectados por un volcán en cualquier momento. No volveremos a oír que un volcán ha entrado en erupción sin pensar en si volamos en los próximos días o semanas y nuestros planes pudiesen verse trastocados, y de la misma manera, no volveremos a comer un pepino sin acordarnos del estas semanas de incertidumbre. A ver ahora quién es el guapo que se come brotes de soja. Mi madre me recuerda en cada llamada que no comamos esas lechugas "tan raras" que comemos aquí, que comamos una ensalada como "las de toda la vida", con su buen tomate, pepino y lechuguita "normal". Verdaderamente, tras las últimas semanas, las tres cosas nos saben a gloria, y lo seguirán haciendo, aunque no vuelva a ser lo mismo.

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