martes, 21 de junio de 2011

21 de junio

A la mayoría el 21 de junio le parecerá una fecha normal, pero a mí no me lo parece. No celebro nada este día, pero marca el fin y el comienzo de algo, un antes y un después. Hoy será el día más largo del año, lo que quiere decir que a partir de mañana volverán a ser más cortos, y eso es algo muy triste y dramático aquí. El "algo" más corto va hasta el 21 de diciembre, en el que anochecerá a las cuatro de la tarde, en contra de casi hasta las once de la noche en que se ve claridad en el cielo estos días de junio; el contraste es demasiado obvio como para no meditar en el día de hoy, que a mí me pone melancólica, por pensar en lo que se acaba. Me gusta junio, aunque aquí suele ser un mes poco estable en cuanto al tiempo. Solemos tener primaveras maravillosas, muy soleadas, para llegar a junio y temer por el verano en muchos casos, inexistente si le da por ahí. Ahora estamos teniendo días de junio típicos: un día diluvia, otro sale el sol, otro vuelve a nublarse, vuelve a diluviar, y así nos podemos tirar el resto del verano, plantarnos en septiembre y decirnos, "¿y ya está?". Pues lo que viene a continuación está clarísimo, aunque no en sentido literal.

La luz es algo maravilloso, y no sé cómo pueden vivir en algunos países durante meses sin ella. Por eso los suecos están hoy y estos días desatados, celebrando el Midsommar, que es algo muy grande. Lo celebran tanto como la Navidad, los dos opuestos de luz, y estos días yo también me siento sueca, y me gustaría ponerme una corona de flores en la cabeza y dar saltos por el campo, porque esto hay que celebrarlo. Y algo así se hace aquí en estos meses en los que hay que salir de casa en cuanto hay un rayito de sol. Yo cada vez me estoy volviendo más nórdica con eso. Idolatro el sol, e instantáneamente me obligo a captarlo cuando sale, y cierro los ojos tratando de almacenarlo para el invierno.

El verano es aquí no sinónimo de calor, sino de luz, y a todos nos gustaría parar este momento y evitar lo que empieza mañana otra vez. Son los ciclos en los que vivimos, y que nos dan la vuelta otra vez, como se la damos a nuestros armarios con los cambios de temporada. Es el momento de mirar qué se nos ha quedado obsoleto o pequeño, qué tiramos y que seguimos conservando. Y estos momentos de cierre de un ciclo y comienzo de otro, ya sea el curso escolar que se acaba, o el comienzo de las vacaciones, es el momento de deshacerse del bagaje innecesario, aunque algunas prendas u objetos se empeñen en hacerse visibles justo ahora. Yo hoy me he puesto una blusa que debo tener lo menos desde hace 10 años, y que cada primavera vuelvo a ver en el armario, siendo invisible el resto del año. Hoy me preguntaba al ponermela si debería deshacerme de ella, pero me la suelo poner en junio, caigo ahora, y no sé ni por qué. Pero hay cosas por las que no pasan los años, y otras por las que tras una temporada o dos quedan para tirar. Lo importante es saber diferenciarlas y actuar en consecuencia.

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