sábado, 25 de junio de 2011

Llego tarde, llego tarde

Muchas veces me siento como el conejo de Alicia, llegando tarde a todas partes. Para una vez que se me ocurre ir a coger fresas, es tarde cuando llegamos. Llevo años queriendo ir, y siempre se me pasa la temporada de fresas, que va desde mayo a agosto. En los alrededores de Hamburgo hay campos de fresas en los que puedes ir a cogerlas tú mismo: las coges de la mata, y mientras lo haces, te puedes ir comiendo todas las que quieras o puedas, hasta que revientes, el resto las vas metiendo en una cesta y pagas cuando te vas. En los meses en los que las fresas están por todas partes: puras, en tartas y pasteles, con helado de vainilla, o en los mercados donde se ven a granel, es difícil no comerlas prácticamente a diario. Pero todavía me faltaba esa experiencia de algo que aquí hace mucha gente estos meses, y que a pesar de haber tratado de arreglar eso hoy, se ha quedado en una experiencia frustrada.

Mis hijas se pusieron muy contentas ante la idea, pero como en la vida hay más tareas que coger fresas, el sábado se me llenó con tareas de la casa, no pudimos ir de inmediato,y cuando quisimos llegar eran las cuatro y cuarto, para mí una hora en la que seguro que se podría hacer algo, entre otras cosas coger fresas. Pues no. El hombre y la mujer mayores que estaban a cargo de los "recolectores" nos dijeron que ya era tarde, que volviésemos a la mañana siguiente, que el campo tenía que descansar. No entiendo de los horarios de las plantas, pero sí de los míos, que no son nunca compatibles con los de aquí. Llevo años funcionando de otra manera que los horarios vigentes o los que cada uno lleva dentro. Cuando yo voy, vuelve la gente. Lo tengo demostrado desde hace años. En fin, otra vez será.

La explicación que nos dieron es que las fresas son un "Nachtschattengewächs" y que necesitan recuperarse por la noche, y yo me lo creí, pues el nombre en alemán dice que "crece a la sombra de la noche", pero ahora veo que la traducción al español es de "solanácea", que contiene la palabra sol. Acabo de investigar y ni la noche ni el sol podrían tener que ver con la palabra, pues la etimología atribuye a la noche a sus efectos medicinales, y el sol podría ser del latín solari, 'curar', 'sanar'. Así que al "vuelva usted mañana" nos fuimos sin fresas, tras haber visto los carteles grandes anunciando que se podían coger fresas ahí, ver las cestas vacías esperando clientela, y el precio de 2,90 € el kilo, que es lo que normalmente te piden en el mercado por una cantidad mucho menor. La señora se quejó además. Este año la producción no va bien. Otros años había gente cogiendo y comiendo fresas a las ocho de la tarde, de la cantidad que había. Y yo pensé en el cielo gris, y que cuando hace mucho calor y sol, se quejan los agricultores de que no llueve y que tienen pérdidas; cuando hace malo, como en los últimos días también. Y yo, o con frío o con calor, siempre voy a destiempo.

Ahora miro el reloj, y en nada serán las doce. A lo que no llego nunca tarde es a cumplir un año más. Y aunque me he quedado sin fresas para mañana, y sin la experiencia que quería tener hoy, y de la que quería relatar en el blog, la cuento sin haberla vivido, pues la vida es todo, lo vivido y lo no vivido, todo a lo que llegamos o a lo que no llegamos, y no ya por el tiempo siquiera.

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