martes, 7 de junio de 2011

8 añazos

Como aquí todo se hace muy pronto, aquí me tenían a mí hoy a las seis y cuarto en la cocina friendo churros. Como mi hija mayor sale de casa a las siete y siete minutos exactamente, si queríamos desayunar las tres con toda la tranquilidad que esas horas le dan a uno, o al menos a mí que soy lo menos matinale, como dicen los franceses, que existe, había que madrugar más aún. Mi hija mayor podría organizar a un regimiento por las mañanas, y a las seis ya estaba a mi lado recordándome que me tenía que levantar. Ella se puso su despertador, y al levantarse, se ha metido a mi lado en la cama y hasta me ha quitado el edredón. El mundo al revés: "Levanta, mamá".

Ayer lo ideamos todo: levantarnos algo antes de lo habitual para prepararle el desayuno a la pequeña, que cumple hoy 8 años. Como también hay que preparar bocadillos para el recreo y lo habitual, para mi lentitud mañanera me viene muy bien alguien que me diga lo que hay que hacer, y el comando se lo ha atribuido mi hija mayor. Luego ha ido donde su hermana y la ha despertado, haciendo como si fuese un día normal: "Natalia, ¿qué quieres desayunar?", a lo que la cumpleañera respondió medio dormida: "galletas". La otra bajó tronchándose de risa de que se pensase que fuese un día normal. Y al entrar la medio adormilada en el comedor y ver su monopatín último modelo, la velita, y los churros sobre la mesa se le ha puesto cara de mayor.

Es que 8 años no son pocos ya. Ya no eres tan pequeño. Que me lo digan a mí, que se me empiezo a quedar a cuadros de ver que crecen demasiado rápido. Y si para eso me tengo que poner a freír churros a las seis y cuarto, lo hago, que para eso son españolas y algo se les pegará. Por suerte los venden cogelados en la tienda española, que si no... Y al cole se ha ido con su pastel a celebrar como se hace aquí, con su biculturalidad plena.

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