domingo, 23 de septiembre de 2012

Los que llegan de la vida real

Ayer ganó el equipo de Hamburgo al Borussia Dortmund 3-2 en casa, y la victoria es significativa para la mala racha del Hamburgo, que estuvo a punto de bajar a segunda división la temporada pasada, y para el Dortmund es una derrota significativa, pues llevaban 31 partidos invictos. Esto me ha hecho recordar un titular que leí y guardé del periódico local de Hamburgo del jueves. Traduzco: "En Madrid solo pensábamos en Eppendorf". Esto lo dicen van de Vaart y su mujer, que echaron tantísimo de menos su barrio de Hamburgo cuando se fueron por una millonada al Madrid. Claro, hay que tener compasión, seguro que La Moraleja o algún piso de 400 metros cuadrados en el barrio de Salamanca, o donde vivieran no era lo mismo. Pobrecitos. O peor aún, en el Madrid no tenían el glamour que tienen aquí, seamos sinceros. Así que el tío listo que dejó tirado al Hamburgo para irse al Madrid ha vuelto ahora en plan héroe salvador, y por eso tiene que decir en la entrevista del periódico chorradas así. Además, como la entrevista es también con el empresario que ha soltado la pasta para traerle, un fabricante de mostazas y salsas, está claro que hay que que hacer la pelota, pues la entrevista da grima pues es un cúmulo de lisonjas al empresario y a todo del club y la ciudad. En ningún lugar se ha sentido tan en casa como en Hamburgo, dice van der Vaart, ni en Londres ni en ninguna parte. Y si uno se siente en casa, se nota también en el rendimiento, dice. Ahí queda eso.

Justo un par de días antes leía en el mismo periódico sobre unas españolas que han venido a trabajar a Hamburgo. En ese barrio del que soñaban tanto en Madrid los niñatos de los van der Vaarts, viven ahora esas dos chicas que han llegado aquí buscando trabajo. Comparten una habitación de 12 metros cuadrados, e incluso la cama doble, en un piso compartido con otros más. El titular del mismo periódico y esta vez en español es: "Adiós España, hola Hamburgo". Se conocieron en un curso de alemán en Barcelona, y vinieron juntas. Hablan de la situación de la juventud en España, de sueños rotos, de agresividad en el ambiente. En Hamburgo existe ya un punto de asesoramiento para los españoles que llegan organizado por la iglesia. Algunos españoles van directamente según llegan con una maleta de la estación, sin trabajo, sin piso, y sin saber ni una palabra de alemán. Las cifras cantan: en 2011 llegaron casi el doble de españoles a Hamburgo, 829,  que el año anterior, y más de la mitad de ellos son menores de 30 años. En 2008 fueron 285. Habrá que esperar a las cifras de este año, pero solo en los cuatro primeros meses han llegado 318. Llegan preguntando por cursos de idiomas y ayudas para aprenderlos, dicen en la oficina de integración. Las chicas hablan del choque cultural; una cuenta no haber pegado ojo la primera noche en Hamburgo... por no haber oído nada de ruido, por el silencio (!). Aquí ven futuro, dicen, y podrían quedarse.

Diferentes ejemplos de llegadas recientes a Hamburgo: los que llegan de estrellas y encima cuentan lo que la gente quiere leer en el periódico, o los anónimos, otra ola de inmigración como la que llegó a Alemania en los años 60. La diferencia es que la tontería de la gente permite que se idolatre a gente con tanta tontuna como los van der Vaart, y a que ella, monísima de la muerte, eso sí, le lluevan jugosísmas ofertas de la televisión alemana por su palmito y por su acento holandés, algo que vende mucho en Alemania desde décadas. Aquí terminaron algunos cómicos o presentadores que en su país no tenían nada de éxito, y aquí se quedaron... Pero con esas chicas españolas, y muchos otros, está llegando la realidad actual. Es gente preparada, y con los pies en la tierra, y simplemente quieren tener un trabajo de acuerdo a sus cualificaciones que les permita vivir. La pena es que España necesita a esa gente que se va, y me temo que las pérdidas se harán visibles más adelante, cuando pase el temporal, aunque ahora parezca muy lejano. El futbolista y su mujer pronunciarán los titulares que la gente de aquí quiere leer con ese patriotismo tan estúpido que existe, pero los que vienen a labrarse un futuro sin recibir millones para ello merecen la misma atención. Pero otra injusticia más: mientras que aquí, el que no aprenda alemán lo tiene muy crudo para trabajar, los van der Vaart ni irán a un curso de alemán, pues pueden vivir del cuento. Pero los españoles harán más ruido, eso está claro.

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