martes, 18 de septiembre de 2012

Bombas para generaciones

Anoche volvieron a desactivar una bomba de la II Guerra Mundial en Hamburgo, en la zona de los almacenes, la Speicherstadt, ese conjunto de ladrillo tan bonito, que guarda una estética única para algo tan práctico como el almacenaje de mercancías. 700 personas fueron evacuadas, pero porque encontraron la bomba en obras en un canal del puerto después del horario de oficinas, pues si no habrían sido muchas más, como ocurrió este mismo mes en St. Pauli, el barrio tan céntrico, del que tuvieron que evacuar a 5.000 personas de sus casas por la noche, llamando puerta a puerta. Encontraron dos bombas en pleno corazón de la zona, justo donde se pone el Dom, el parque de atracciones ambulante, donde nadie sospechaba que hubiese bombas, pues justo aquí se encuentra un búnker de la guerra, que si no fue derribado tras ésta, fue porque la detonación necesaria hubiese destruido medio barrio también. Y como aquí son muy prácticos, el edificio tiene su "encanto" gris, y dentro es una caja de sorpresas: tiene desde oficinas, a una emisora de radio, una sala de conciertos y bar de copas con terraza con vistas, o una tienda de instrumentos gigante de varias plantas. La insonorización es fabulosa, eso está claro. Y por eso, se suponía que en alrededor de este búnker no había bombas sorpresa, pues los aliados no las "desperdiciaban" en zona de búnkeres.

El otro día anoté cifras: en los 213 ataques aéreos realizados por ingleses y americanos a Hamburgo entre 1940 y 1945 cayeron 107.000 bombas. Se calcula que de ellas 2.900 no explotaron, las llamadas Blindgänger. Eso solo en Hamburgo; en toda Alemania quedan unas 100.000 soterradas, por lo que el país es territorio explosivo en sentido literal. Desde finales de la guerra en Hamburgo se han descubierto y desactivado 11.000.

Desde 2005 se obliga a los que planean la construcción de edificios que revisen el terreno y lo pongan "a prueba de bomba", nunca mejor dicho. Los ingleses les dieron en 1985 a los alemanes fotos tomadas en la guerra desde las alturas, en las que se ve dónde hubo destrucción y dónde no. Esas imágenes son valiosísimas a la hora de evaluar si se trata de zona de riesgo o no. Y algo curioso: si la comisión del departamento especializado estima que es zona en la que podrían haber bombas enterradas, los gastos para investigar el terreno y desactivar las bombas los paga el constructor; aquí apechuga el que quiere hacer negocio. Otra cosa son las que se encuentran por casualidad, en una obrita cualquiera, como la de anoche. Se estima que hasta que las últimas bombas sean desactivadas podrían pasar 150 años. Casi nada.



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