sábado, 22 de septiembre de 2012

El dinero que no tenemos

Esta semana la asociación de contribuyentes alemanes ha hecho público su informe anual en el que exponen dónde se ha tirado el dinero un año más, con ejemplos como un puente para que crucen gatos salvajes que ha costado una millonada, o concretamente en Hamburgo, unas palmeras que instalaron en un barrio por 15.000 euros. Las palmeras no sobrevivieron su primer invierno en estas latitudes, y ahora las tienen que arrancar, algo que costará también dinero. El ejemplo más claro de Hamburgo es la futura Filarmónica, que está engullendo millones y millones. Lo que en un principio debía costar 77 millones de euros y estar listo en 2010, costará por lo menos 323 millones de euros y estará lista en 2015. Y mientras que para algunas cosas los que manejan el dinero tienen la manga muy ancha, en otras se corta o se ha cortado el grifo hace mucho tiempo, muchas de ellas necesarias.

Hace meses, cuando en España se armó el revuelo por sugerir la alcaldesa de Madrid que bibliotecas y otras prestaciones municipales podrían ser llevadas por ciudadanos como tareas de voluntariado, yo me reí para mis adentros, pues eso existe en Alemania desde hace décadas. Es triste decirlo, pero si Alemania tiene dinero para muchas cosas, y no solo para malgastar, es porque restringen en otras que consideran "innecesarias". Por otra parte, como los ciudadanos las consideran imprescindibles, sorprendentemente para un país en el que trato diario no es tan cálido como en otros, sí que son capaces de darlo todo y gratis por tareas muy concretas. Hace poco el presidente alemán Joachim Gauck abrió su palacio para recibir a 4.000 de voluntarios para agradecerles su labor, y por supuesto que no fueron todos, pero el acto fue simbólico, como la cifra de los invitados también pues en Alemania son millones los ciudadanos que se involucran en algún voluntariado. Hay de todo: desde gente que asesora a personas que han sido robadas, y reciben para ello incluso las formaciones necesarias. O en uno de mis cursos una señora cuenta siempre que ella lee con niños extranjeros que tienen dificultades con el alemán. Aquí los comedores de los colegios, si es que existen, funcionan a menudo con madres que rotando se ocupan de comprar y cocinar a precio de coste, trabajando gratuitamente, al igual que las bibliotecas de institutos y colegios. A mí en temas de enseñanza me duele que así sea, pues no me cabe en la cabeza que no sea posible organizar un comedor profesional o emplear a alguien para la biblioteca. Pero en Alemania dejó de haber hace muchos años dinero que en otros países ha seguido existiendo para prestaciones básicas.

No quiero negar la necesidad en las sociedades ricas de involucrarse y concienciarse de las necesidades no cubiertas, pero existe el peligro de que el estado relegue demasiadas tareas en sus ciudadanos. Los tiempos que vivimos nos han demostrado que los últimos años no hemos vivido correctamente y el manejo del dinero no ha sido el más adecuado. Aquí se recorta en educación y se invierte en proyectos de prestigio, como en el edificio para la Filarmónica de Hamburgo, un saco sin fondo que se está comiendo el dinero que la ciudad no tiene para otras cosas. Ese es el peligro, y no que la gente se involucre en algo que llenen sus vidas. Pero cuando uno lee del despilfarro innecesario porque algunos tengan "estupendas" ideas como plantar palmeras en el norte de Europa, o estupideces así, dan ganas de ponerse a gritar.

1 comentario:

  1. Bueno, no voy a añadir ningún comentario. Tan sólo quería decir que da gusto leerte y que es muy interesante la perspectiva que ofreces de las cosas porque aquí en España estamos continuamente, y más ahora, comparándonos con Alemania.

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