miércoles, 6 de junio de 2012

Regalar los oídos es gratis

Qué pocas veces nos reconocen nuestro trabajo. Y por eso, cuando lo hacen, nos sabe a gloria, a veces con toques amargos, cuando nos parece que lo venden caro. Da igual que sean tus hijos los que te digan que eres la mejor madre del mundo (eso sabe mejor que a gloria), o tus compañeros, subalternos, clientes, o si es el jefe más aún, pues ésos venden caros los halagos. Y lo digo en una semana en la que parecen haberse puesto mis alumnos de acuerdo para reconocerme mi trabajo, y alguno lo ha hecho en público, en plena clase, algo que a mis casi 43 años ya no me hace sonrojar sino llenarme de orgullo. Y me acuerdo de lo que dice una amiga mía, que si te alaba un alemán no es lo mismo que si lo hace un sevillano. Pues sí, a los primeros les cuesta más, y por eso, sabe muy bien.

Pero no quiero jactarme, sino simplemente lo tomo como una compensación a los momentos duros, en los que no sabes si le llegas a la gente, si lo estás haciendo bien, u oyes algún comentario que te deja algo patidifusa y que te vas con él mascullándolo a casa. Es muy fácil poner pegas y criticar, pero cuesta mucho comentar lo que nos gusta y parece bien. No debería ser así, pues esa inyección de moral haría que mucha gente trabajase con más ganas, y no con la sensación que tienes de que siempre te exigen y exigen y parece que nunca das la talla.

Por eso, hoy para terminar una de mis clases, me he preparado una actividad de piropos y cumplidos. Esto es extensivo no solo al trabajo sino a nuestras vidas privadas. Cuántas veces deberíamos decirles a las personas que queremos lo que significan para nosotros. Un "oye, qué guapa estás" a tu mujer o a tu novia, o "qué guapo, qué bien te sienta eso", a tu chico, o un "ay, que te como con tomate", como yo les digo a mis hijas a menudo, o un reconocimiento a la labor de nuestros padres cuando nos críaron, que ahora estando en la situación vemos que no es nada fácil.

Los latinos somos más propensos a darlos. El "qué joven estás, por ti no pasan años", y la respuesta, "ay no, por ti sí que no pasan los años". En el libro de español explican que se les quita importancia o se devuelven. Y es cierto. Tenemos a veces problemas los españoles en aceptar los cumplidos. Yo abogo porque a todos esos cumplidos digamos "gracias" y nos alegremos, porque si nos lo dicen será por algo. Yo desde luego que me quedo con todos los que he oído esta semana. Porque me los he ganado. Porque para eso miles de otras veces me he quedado con la sensación de que debo ser imbécil y que en este mundo en el que nos hemos terminado de creer que se logra algo por meritocracia, la realidad es otra muy distinta, y no están los que más son, si no los que conocen a, y pisan cabezas en muchos casos, o los que para su éxito personal se benefician del trabajo de los demás, que es a menudo más importante que el suyo propio. Yo ahora mismo me voy a trabajar. Y muy contenta.

7 comentarios:

  1. En un curso sobre prevención de las drogodependencias que nos dieron en el colegio, la psicóloga que lo impartía, durante el día que nos hablaba de la asertividad, nos decía que nos costaba mucho aceptar los halagos, que cuando alguien nos dice "¡qué guapo estás!"qué bien te sienta ese vestido!... siempre intentamos excusarnos o añadir un matiz negativo que contrarreste ese halago. Que lo "adulto" es aceptar los halagos, sin ningún complejo, de la misma manera que se debe hacer con las críticas constructivas. Simplemente basta con decir gracias. Esta chica nos decía que es bueno, e importante, tanto saber decir a los demás las cosas buenas como escucharlas (mejora nuestra autoestima y nuestra capacidad para poder exponer a los demás lo que nos gusta y lo que no, sin culpabilidad ni acritud)

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    1. [Gracias, Carmen, por "desanonimizarte" por correo y decirme que el comentario salió sin querer como anómimo, siendo tuyo]
      Pues sí, en esas cosas tengo que decir que he aprendido mucho de los alemanes. Aquí los halagos se los creen, y por eso los dicen poco. Y en España, que salen algo más fluidos, al recibirlos los rebajamos para que no nos hagan arrogantes. Y como mencioné ayer, hasta en el método de español explican que nos cuesta dar las gracias simplemente y aceptarlos. En España recibimos una educación que nos quiere hacer "modestos" a toda costa, y eso se ve luego en muchas cosas. No se me olvidará jamás en una de mis primeras clases de alemán al llegar a Hamburgo, en las que el profesor nos dijo: "Yo sé que en muchas de vuestras culturas si os ofrecen algo de beber al entrar en una casa, decís 'no, gracias', porque eso es la buena educación, y no decir que sí. Pues aquí en Alemania decid que sí, pues no os van a preguntar más: se pregunta una sola vez..." Con los años lo entendí muy bien. En España dices que sí cuando te insisten, y parte del juego es ése: "No, gracias, te lo agradezco, pero estoy llena, acabo de comer...". Y el anfitrión insiste: "Anda, venta, tómate un refresco o algo", y al final aceptas. Aquí si dices que no es que no. Así es con todo.

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    2. Miguel siempre recuerda que Frank, la primera vez que fuimos a vuestra casa, allá por el año 92, le dijo que era el primer español que conocía que aceptaba una invitación(de un café) a la primera sin que le insistieran.A mi todavía me sigue costando quitarme esa parte de mi educación y lo primero que me viene a la boca cuando me ofrecen algo es "no, gracias"

      Carmen Moreno.

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  2. Anónimo, llevas toda la razón... Tenemos en general una mentalidad que nos han inculcado para no destacar, ni por lo bueno ni por lo malo, y salvo los que van "sobradisimos", la mayoria intentamos justificar o minusvalorar esos halagos. Mas tontos somos...

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    1. Me alegro haber despertado la sensibilidad sobre este tema. Es cierto lo de no querer destacar, y eso deberíamos aplicárnoslo con muchas cosas, como con el aprendizaje de idiomas. Por eso somos tan vergonzosos a la hora de chapurrear el inglés o lo que sea, mientras que otros europeos no se cortan de usar sus conocimientos rudimentarios de la lengua que sea.

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    2. Es todo cuestion de la educación que nos han dado... recuerdo mucho una frase de cuando pedia la vez en las tiendas, y las señoras, (mayores), al preguntar "quien da la vez" respondian con un inquietante "Servidora"... a mi me ponia los pelos de punta...

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    3. Muy bueno lo de "servidora"... otra de esas palabras curiosas al aprender castellano. El otro día precisamente contaba yo en clase sobre el ritual de pedir la vez, y les parecía curiosísimo, aquí, donde por no hablar con nadie, les expliqué, se colocan bien ordenaditos.

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