lunes, 11 de junio de 2012

Donde no se puede exprimir más...

El año pasado, en compañía de un familiar y de un amigo, estuve en el museo de los Beatles de Hamburgo, llamado Beatlemania. Fuimos porque entraba en la entrada de la llamada Noche de los Museos, el equivalente a la "noche blanca" en España. Nos pareció un timo, y agradecimos haber entrado con la entrada de la noche, y no habiendo soltado los 12 € que costaba si no la entrada. El museo, en plena Reeperbahn va a cerrar el 30 de junio, tras tres años de existencia. A mí no me pareció ni que hubiera nada interesante, así que no me extraña que la razón del cierre sea la falta de visitantes. En los tres años tan solo han pasado 150.000 visitantes por las cinco plantas del museo, en un edificio en el que hace años estuvo ubicado el Museo Erótico de Hamburgo, y que era mucho más interesante. Pero esa cifra de visitantes ni siquiera cubre los gastos de mantenimiento. Pero un museo en el que se exponen un par de trajes, una habitación típica de un fan típico de los Beatles en los años 60, figuritas, algún contrato, disco, puede interesar a los muy fans, pero tal cual vi el museo, ni siquiera. La idea del museo era dar rendir homenaje ($$$) al paso de los Beatles por Hamburgo 50 años antes, cuando empezaron a tocar en el club Indra antes de hacerse tan famosos, y en otros clubes de St. Pauli durante dos años con alguna interrupción.

Para que hubiese sido rentable, hubiesen tenido que ir lo menos 300.000, que es la cifra de los fans que acuden cada año al Museo de los Beatles en Liverpool. Pero es que no es lo mismo. Vamos a ver, por mucho que estuviesen tocando los Beatles por aquí, no es la época de la carrera de los Beatles que conoce la humanidad, y desde luego que su nombre, por mucho que lo propaguen los hamburgueses, no va unido a la ciudad de Hamburgo. Entiendo el orgullo por el dato, pero es cuando a la primera de turno te sueltan: "Hamburgo tiene más puentes que Venecia". Pues muy bien, pienso yo. Creo que a los venecianos se las trae al pairo, como a los habitantes de Liverpool.

El responsable del museo acusa ahora a la ciudad de falta de apoyo financiero a algo tan cultural. Pero sinceramente, ¿por qué se tiene que ocupar el estado de cosas tan poco interesantes, y más en los tiempos que corren? O estos lugares se mantienen como institución privada, pues como vemos, de ser un museo estatal sería un agujero de pérdidas, o mejor que no los abran directamente, pues el mundo no necesita ciertas cosas. A mí me pareció una absoluta tomadura de pelo, y jamás he recomendado a nadie ir allí.

Soy amante de los museos. Me podría perder todas las semanas en alguno, y no solo los de pintura o arte, sino de muchos otros temas. Pero ayer por ejemplo leí de un museo curioso en Berlín, uno de pintalabios, y que me produjo hasta grima cuando leí, no ya de la colección de no sé cuantos pintalabios que tiene un maquillador que ha ido coleccionando de famosas, sino las marcas de besos de muchas mujeres conocidas en pañuelos con el carmín de labios pintados. Me gustan los pintalabios y los museos, pero a ése tampoco voy. Al menos éste tiene morbo, por friki, pero el de los Beatles no, por lo exprimidísimo que está el tema. Lo siento, Hamburgo.

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