viernes, 15 de junio de 2012

El plátano

Anoche tuve una tarde interesante. No todos los días veo el partido de la selección española rodeada de alemanes, en un bar. Siempre me parece que las cosas me ocurren para tener que llamar la atención, pero llevo media vida acostumbrada eso, y el resto del tiempo, para llamarla más aún, escribo en un blog para hacerme notar. Pero volviendo a la tarde de fútbol, la razón del encuentro no era ésa, sino que aquí organizan siempre los representantes de los padres de cada clase una reunión informal en un bar para conocerse y hablar sobre el curso y los críos. En Alemania se dice que donde se juntan dos alemanes, forman una asociación. Vinieron los profesores también, y tras marcar Torres el primer gol en el minuto 4 yo me quedé tranquila y pude concentrarme bien en la conversación general que comenzó con la pregunta: "¿Para qué tienen que llevar mañana los niños un plátano a clase?". Como todos sabemos que están terminando el curso con una semana de educación sexual, de miércoles a miércoles, todos agudizamos el oído. Yo, que no me había enterado de lo del plátano, le pregunté al profesor, y me dijo que probablemente mi hija, que tiene todo bajo control, habría ido a la cocina a coger uno, y lo guardaría sin decirme ni mu. Comenté que solo tengo dos en casa, y muy maduros, que es cuando ya no nos gustan. Y dijeron que valen también, pero que por la noche mirase si falta uno... No obstante, por lo feos que están he estado tentada de ir hoy a las siete de la mañana, que es cuando abren, a por plátanos decentes. Pero mi hija anoche me dijo que había cogido uno, y que no me preocupase. Pero es que una madre se preocupa por todo.

Anoche, al llegar a casa le pregunté a mi hija que si había cogido un plátano, y dejé caer que no me había comentado nada, y le pregunté si sabía para qué era. Su respuesta no pudo ser más clara: "No lo sé, pero tengo una ligera sospecha". Más no quiso comentar, pues no eran horas. Pero esta mañana, a las siete, estaba más habladora. Le volví a formular la misma pregunta, y me dijo: "Para qué va a ser? Para ponerle un preservativo." Más claro el agua. Tengo que decir que a mí, mente díscola, se me pasaron otras posibilidades anoche por la cabeza, y no la del condón. Pero es que, como para la prevención antitabaco les llevaron al hospital a presenciar una broncoscopia en vivo, con la claridad alemana, me imaginaba cualquier cosa. Y he aprovechado que estaba habladora para indagar. Todo esto lo contó con su hermana, más pequeña, delante, pero qué más da. La otra ya me dijo hace tiempo que ella sabe de esas cosas, como diciendo que con qué le salía yo en ese momento. La hermana nos dijo lo que los profesores contaron ayer: que han dividido la clase en dos grupos, chicos y chicas, y que las chicas van con la profesora tutora, y los chicos con el profesor de ciencias; que también hablan de sentimientos, de lo que significa ser hombre o ser mujer, que por qué les gusta ser lo que son, y qué características les gusta del sexo opuesto; que ayer hablaron de "la primera vez". Entonces entiendo lo del plátano, pues estas cosas hay que aclararlas cuanto antes.

La profesora comentó ayer cuando los padres comentaron el adelanto que es todo eso hoy día, y eso que todos los que estaban dijeron que habían tenido educiación sexual en su época, y yo era la única que no, pues no la recuerdo, y seguro que de eso me acordaría. Pero también comentó que algo que le daba pena es confrontar de esa manera a los críos a sus 12 años con estos temas sobre los que hasta ahora la mayoría no pierde ni un solo pensamiento o hacia el que mantienen una naturalidad infantil. Que era como si por hablar tan claro de ello, se despertara una cierta sensibilidad que no tenían antes y se hicieran tabús muchas cosas.

A mi hija le parece "o.k." tratar el tema en clase, me ha dicho hoy, pero que es algo "doof" (tonto, estúpido). Pero comentó que al menos a ellos les ha tocado un tema interesante, pues los de la clase de al lado tienen otro aburrido. Yo pensé que era para todos igual, pero no. A eso les habrá tocado ya o les tocará la próxima vez. En Alemania todo tiene su razón de ser y su momento.

Por cierto que ayer, un padre preguntó si de no tener plátanos se podía llevar alguna otra cosa. Yo recordé el pepino que tengo en la nevera, más decente y no tan maduro como el plátano. Pero no dije nada. A ver qué me cuenta luego la del plátano. Los profesores dijeron que en cualquier caso estaban contentos de que lo del plátano sea en viernes, y poder mandar a los críos a casa con un fin de semana por delante. Será el momento de que indaguemos los padres, pero también, y esa es mi idea, de aprovechar el momento y hablar de esos temas. Investigaré. Esa es mi labor.

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