jueves, 21 de junio de 2012

De equipajes y bagajes

Cada vez me gusta más hacer maletas. Es una tarea que asumo con alegría de que, aunque sea trabajo, es por una buena causa. No me gusta todo lo de alrededor, lo que comenté hace poco aquí de que encima me quiero dejar la casa decente y eso es lo que me agobia. Pero las maletas no.

Es genial sobre todo cuando viajo en verano a España. Es facilísimo pensar pues se trata de coger casi toda la ropa de verano que poseo. Es triste ver cómo con el paso de los años predomina la ropa de invierno en mi armario, pero tampoco es que no tenga... Como somos tres mujeres en casa, se hace difícil el viajar una temporada larga, pues como tampoco queremos repetir modelitos todas las vacaciones, voy cargadita. Podría meter para 7 días y luego repetir cada semana de las siguientes lo mismo, pero no.

Y como hace poco, paseando por Berlín, mi hija mayor se me enganchó del brazo y me dijo: "mamá, contigo quiero dar la vuelta al mundo", hoy, al ver el equipaje para un mes, me ha entrado agobio. Por supuesto que me encantó su comentario, y hoy lo he recordado, pensando a continuación que el equipaje para tal viaje sería descomunal...

Hoy he desempolvado una guía de España de 1989, una que usaba antes muchísimo y que no he vuelto a usar desde hace lo menos 10 años. Este año me la llevo, a ver si encuentro anacronismos o algo que me haga ver que España ha cambiado, algo que es obvio. Ya resulta extraño que no haya ni una dirección de internet en la guía, qué tiempos en los que viajabamos sin saber ni que existiría, y sin gps y sin móviles. Me gustan mucho las guías de viaje, tanto que estoy escribiendo una (psssst, secreto). Es una literatura perecedera, pues en cuanto hay avances en el mundo se quedan obsoletas, que no las ciudades, cuyos puntos de interés siguen en su sitio. Pero cada vez estoy más convencida de que viajar es más que ver la Alhambra o la Torre Eiffel. Es tratar de ver la esencia de cada lugar y por eso, cualquier sitio, puede ser interesante. Hace años que me di cuenta que de lo que se trata es de no comparar, sino de ver ese lugar como único. Y de un tiempo a esta parte pienso en los escritores que ya hace siglos viajaban para hacer luego literatura de ello. Eso debe ser lo más.

Hoy, noche del 21 de junio, el día más largo del año, vuelvo a mirar al cielo y a casi las 11 de la noche veo claridad. El solsticio de verano me produce melancolía al pensar que a partir de mañana la luz empezará a ser menos cada día, hasta el 21 de diciembre. Por eso prefiero pensar en el golpe de calor que voy a "sufrir" en cuanto llegue a España, y no en el solsticio de invierno. Mañana seguiré pensando en lo que me falta por preparar. El michelín me lo llevo puesto, y tras haber visto ayer en una revista de cotilleos en la peluquería que varias famosas, Paris Hilton entre ellas, no tienen todavía el cuerpo adecuado para ponerse el biquini, me quedé muy tranquila, y a continuación me zampé dos bolas de helado alemán. Es casi, diría yo, lo único que echo en falta cuando no estoy aquí en verano. El resto me lo llevo conmigo.

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