martes, 17 de abril de 2012

Uffffffff

Uffffffff. Así podría titularse esta entrada, así se titula de hecho, y podría dejar este post hoy tan solo con ese sonido solo, tal cual. Lo difícil sería adivinar por qué lo digo, así que lo explico. Con esa sensación salgo siempre de un curso de principiantes la primera tarde, luego ya no. Pero la situación es la siguiente: 21 desconocidos que quieren aprender español, tres horas de clase. Ufffffff. La cosa no es tan dramática, por supuesto, me río un montón, les tomo y me toman el pelo, y creo que rompo el hielo de inmediato, pero es cuestión de pereza mental, antes del curso, y luego salgo agotada, pero con la sensación de que el primer día de clase es mi día de show woman, que si acaso quise ser una entretenedora televisiva, ése es mi día, ése es mi público, y ésa es mi tarde de gloria.

Es el momento de desmontar mitos y clichés, algo que me encanta. El español no es fácil, y me falta decir "el que piense eso, que se vaya ahora mismo". Por supuesto que no lo digo, pero me lo dijeron ellos, y es que a mí me cogen confianza rápido. Será por las tres horas vendiéndoles el producto. Y eso ocurre solo el primer día. Me siento como en teletienda: "la h no se pronuncia", "¿ah, no?" y parecen decir, "pues que nos devuelvan nuestro dinero". Aún así todavía alguno dice "jermano", con una j suave, y les recuerdo que tienen que aceptar el producto, con todas las taras. Ya cuando salen la b y la v, en ese momento se les viene el mundo abajo. "¿Que no se pronuncian de manera diferente?" "no nos fastidien: ¿no se dice vfffffffvino?" Y yo, "que no". Y luego surgen las preguntas "inteligentes", con las que hay que herniarse un poquito. Hoy ha sido que si el verbo expresa género, que si cuando digo "me llamo", si lo dice igual un hombre o una mujer. Por suerte una está curada de espanto y tiene tablas, y por suerte sé que los japoneses así lo hacen. Una conocida me comentó una vez que se llevaba a su hijo medio año a Japón para que aprendiese la forma masculina de la lengua, pues como lo había aprendido solo de la madre, hablaba solo con la variante de mujer, mientras que en japonés la morfología de la lengua es distinta si habla un hombre o una mujer. Curiosísimo, pensé entonces. Y estas historias valen su peso en oro, pues me sirven para poder responder. Siguiente pregunta. ¿"Vegetal", como es que no se pronuncia [veguetal]?" La cosa les empieza a preocupar. Lo malo es que estas inquietudes siguen durante todo el aprendizaje. Ayer, en una clase, cuando dije que en español tenemos dos palabras para la palabra Fisch, pez y pescado, dependiendo de si nada todavía o está en el plato, una me salta: "Pero entonces por qué se dice "pez espada"? Tendría que llamarse "pescado" espada?". "Es que ahí hablamos de nombres de peces", dije, "tú puedes decir que comes pescado en general, pero luego dirás que comes lenguado o pez espada". Momento de tensión interna a los que debo responder sin pestañear o que atisben un ápice de duda en mí. De la misma manera no tengo reparo en decirles que ciertas cosas son inexplicables, pero no se lo digo tal cual, si no que les pregunto que por qué en alemán se dice esto y lo otro. Silencio por respuesta.

Yo me río un montón con estas cosas (aunque a veces no tanto), y les hago reír. Les muestro que al aprender una lengua, has de olvidarte de las reglas de tu idioma, porque te moverás en otro mundo para el que, ante todo, tenemos que dejar la mente libre y abierta. Yo desde luego que me deshago en abrirles al mundo del español desde el primer día. Vendo el producto muy bien, pero creo que se van a su casa agotados, tras tres horas viendo que no es lo que se imaginaban. ¿Es que ir a aprender un idioma no es sentarte en clase y aprenderlo por obra y gracia del espíritu santo? Yo soy la prueba de que no, pero de que a la vez se puede, y con muy buenos resultados, pero les reitero que aprender una lengua es una carrera de fondo, y de largo recorrido. "Espero veros a todos la próxima semana..." Uffffff.

3 comentarios:

  1. No compendo ese empecinamiento en no comprender el volksgeist español. Bueno, hay una teoría que dice que como el vasco no distingue entre ·B y V sino que todo es B, vamos que no existe la letra V en vasco, pudo influir en la paulatina desaparición del sonido labiodental. Pero, desde luego que no puedes ponerte a aprender una lengua con ese espíritu, es evidente.

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    1. Si, es algo muy curioso aquí. Yo, que he pasado por el maravilloso trance de aprender una lengua nueva varias veces, jamás he cuestionado lo que me decían como incorrecto, lo aceptas y punto, y si te lo dice un nativo, no hay discusión. Pero aquí es muy distinto: se acercan a la nueva lengua sin apearse de la suya, que es superior y suprema a todas. Es agotador a veces, pero también he aprendido a devolverles la pelota con más fuerza aún, y con ejemplos de su idioma les desmonto todas sus creencias. El otro día, respecto a las vocales, pues me preguntaban si en español hay vocales largas y cortas, abiertas y cerradas, les dije que somos tan básicos que no tenemos esas "finezas". Por cierto, necesito una orientación un día con los pronombres de objeto directo e indirecto, pues yo, como madrileña soy plenamente laísta, y el "lo" me cuesta usarlo para personas, algo que aparece en los métodos de idiomas para objeto directo de persona. ¿Podrías poner una explicación un día en tu blog?

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    2. Bueno, sí, la pondré, no sé en qué apartado, pero a buen palo has ido a dar, tú serás laísta, pero yo soy leísta, así que, te pongo la teoría y luego los alemanes que hagan lo que les parezca.
      Un beso.

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