domingo, 15 de abril de 2012

Densidad de palabra

No lo hago a menudo, por falta de tiempo, pero de vez en cuando me gusta leer el semanario Der Spiegel. Es toda una institución en Alemania, desde sus comienzos, al terminar la II Guerra Mundial, momento en el que surgieron varias publicaciones importantes de prensa. Es la más seria de todas las revistas del mismo formato, con una fuerza e influencia impresionante, política y social. Si no lo leo más a menudo es porque me estresa algo, por la cantidad de letra que tiene para leer, tan pequeñita y tan apretadita toda ella, y la revista es bastante gorda. Pero si me gusta es porque tras leerla me queda siempre la sensación de haber aprendido mucho (alemán incluido), y mejor aún, de corroborar todo eso que yo pienso de vez en cuando y que no había leído hasta el momento. En la edición de la semana pasada (14/2012), el ejemplar que cayó en mis manos, quedó con varias hojas dobladas en una esquina, costumbre mía para lo que es aprovechable en todos los sentidos. Y resumo lo que siempre quise decir y que ahí está escrito:

Me llama la atención un artículo que va sobre el alcohol al conducir bici. El "si bebes no conduzcas" es algo que se tiene muy asumido aquí al conducir coches, pero con la bici no tanto. Teniendo en cuenta que la bicicleta es un medio de transporte en Alemania, muchos piensan que el consumo de alcohol no afecta a la conducción sobre dos ruedas. Hasta ahora, si pillaban a gente beoda en bici, solo había multas, pero la ciudad de Münster ha empezado a prohibir montar en bici para siempre. En 2011 hubo decenas de miles de accidentes con heridos de bici en todo el país; el saldo: 398 muertos y 76.386 heridos. Se calcula que uno de cada dos que iba en bici y murió iba bebido. Prueba de esto es que en muchos de estos accidentes solo está implicada la bici, y ningún otro vehículo. Los clásicos son darse contra las farolas, o caídas del bordillo de la acera. Hasta ahora la multa era a partir de una tasa de alcoholemia de 1,6, mientras que está demostrado que con 0,8 gramos por litro de sangre ya no se está como para conducir en bici. Münster es una ciudad universitaria, y con 500.000 bicis para 285.000 habitantes, la cosa es seria. Y podrían ser pioneros a seguir [y yo lo aplaudiría, pues estoy harta de ver a conductores en bici que son un peligro para cualquiera, aunque siempre el conductor a cuatro ruedas tenga las de perder en un accidente así].

El yoga. Otro temita. Der Spiegel dice [y yo también] que no es ni tan sano como parece y que la proliferación de tanto curso es excesiva. En Alemania cinco millones de personas lo practican, en su mayoría mujeres. En esta disciplina, no se llega nunca al final, y hay que gastarse dinero toda una vida, luego todos ganan: que si la ropa adecuada, las hierbitas, los cuencos tibetanos... un total de 500 millones de euros de beneficios para todos. Entre tantas variedades diferentes como hay, es difícil elegir, pero como dice el artículo, al ser un mundo sin envidias, nadie habla de competencia, todos son felices, y caben todos, hasta los del famoseo [Una amiga mía practica el Kundalini, y cuando le pregunté que "en caso de" animarme a ir a un curso de yoga, cuál me recomendaría, y que mi gimnasio ofrece Power-Yoga, me digo que eso es una contradición en sí, que el yoga es espiritual, sobre todo, y que está reñido con esa variedad]. Algunos yoguis puros consideran una feria lo que ha pasado a ser el yoga y critican que lo que se ofrece hoy día no tiene nada que ver con el yoga auténtico de la India, y que es puro esoterismo para que se encuentren las clases medias-altas, y que las lesiones que causa en muchos casos hoy día es la prueba de que es un negocio.

La fórmula del amor. Es con la que trabajan las agencias que emparejan a gente a través de internet, el "fin del amor romántico", como dice el que la inventado. Millones de personas pagan para estar en esta base de datos, y nada menos que un tercio de las parejas alemanas se forman hoy día en internet. El artículo explica que si el emparejamiento online funciona tiene que ver con matemáticas y psicología, y que la otra persona que responda el mismo cuestionario que tú, tenga las mayores coincidencias contigo. 140 empleados nada menos tiene la central de una de estas empresas en Hamburgo, en la que trabajan científicos e informáticos, entre otros. El algorritmo secreto transforma el amor en una fórmula matemática. El cuestionario lo inventó un catedrático de psicología, que tiene ya 80 años, y lo inició hace 40 años. Hoy día tiene 74 preguntas, con más de 400 posibles respuestas, que derivan en 32 tipos posibles de personalidad, y que se comparan con 136 reglas con la otra persona. Los criterios principales para que una relación funcione son cercanía y distancia, que ambos tengan la misma necesidad de una cosa u otra. Y confirman que en realidad se acabó la idea de que el destino, la casualidad y el romanticismo ocasionan el amor. Pero la dificultad de buscar pareja así es que al tener tanto donde elegir, uno no sepa cuando ha dado en el clavo de verdad. Y una socióloga analiza lo que buscan los usuarios: las mujeres prefieren arquitectos, médicos, empresarios, abogados, y hombres altos y castaños, y que ganen más que ellas; los hombres a médicas, enfermeras, empresarias, les valen las bajitas, y que ganen menos que ellos, y las prefieren rubias. La fórmula del amor empareja. El resto, por muchos algoritmos que haya, es puro esfuerzo de ambas partes [y la fórmula, por muy secreta que sea, y lo que busca la gente, es lo mismo que en la realidad].

La lucha de la señora Botella. Así se titula un artículo de dos páginas sobre la alcaldesa de Madrid [y el artículo, aunque extenso va al grano]. Está señora gobierna la capital más endeudada del país, y es soberana de 16.712 facturas no pagadas por valor de más de mil millones de euros solo para el año pasado. Y ha heredado unos cuantos de miles más. El artículo habla de los 500 millones que costó la obra del Palacio de Comunicaciones, la sede del ayuntamiento ahora. [Y todavía en la primera página apuntan que] ella no puede hacer lo que su jefe de Gobierno: echar la culpa al anterior gobierno del despilfarro, y nombran la obra faraónica [sin esa palabra, pero cualquier madrileño la incluiría] de la M-30 y la candidatura a las olimpiadas en dos ocasiones, para lo que se gastaron millones en estadios que se utilizan poco. Pero la sociedad necesita sueños, por eso la candidatura del 2020, y como ya está todo construido... Comentan su estilo sencillo, con ropa normal, que cuando era la mujer del presidente iba a la Casa Real en vaqueros y una chaqueta. Y ahora tiene que ahorrar, porque la mayor fuente de ingresos de los ayuntamientos eran los permisos de construcción, más los impuestos de los empresarios de la construcción. Y todo eso se ha acabado. Hay que pagar las facturas, y los recortes han empezado: menos coches oficiales, las planeadas obras de la milla de los museos están congeladas, las ayudas a los drogadictos y los que comienzan a atrabajar recortadas también. Las elecciones andaluzas han sido un aviso a Rajoy, y su táctica de haber callado sus planes de recortes hasta que pasasen las elecciones regionales no ha funcionado. La reforma laboral ha causado una huelga general, pero sigue adelante. Pero todas las medidas, recortes en los ministerios, en los salarios de los funcionarios, no van a bastar. Y por eso Rajoy, en contra de lo que prometió en la campaña electoral, sube los impuestos. Rajoy tiene menos tiempo en su labor, pero Ana Botella  hasta 2015.

Estrés diario en muchas casas, día a día. Deberes de última hora, y estrés autoimpuesto. Trabajos voluntarios, con presentaciones cada vez más profesionales, pósters, powerpoint. ¿Son los hijos los que tienen esas ideas o los padres, que saben tanto? La palabra "nosotros" ha entrado en las tareas de la escuela de las clases medias [Mi vecina me comentaba el otro día cuando volvía de recoger a su hijo toda orgullosa que ese día ambos se habian levantado a las cinco, para estudiar para el examen de literatura. Yo recuerdo haber hecho cosas así, a esas horas, pero sola]. Lo trágico es que muchos alumnos no parecen poder con todo sin la ayuda de sus padres, y si no pueden, les pagan clases de apoyo. Un millón de alumnos reciben estas clases con regularidad, y se pagan 1.500 millones de euros para esto al año. Y esto supone la criba en el nivel escolar en Alemania, lo que distingue a las clases sociales también en educación, porque las familias con pocos medios aportan una minoría de chavales al instituto. Pero los sobreprotegidos están perdidos en fases en las que los padres tienen problemas, se separan o enferman. El artículo critica el ambicionismo de los padres y que se confunde formación con rendimiento. Y el shock viene después, al terminar el bachillerato, con tanto tiempo libre y algo que se está convirtiendo en una enfermedad: muchos no saben qué es lo que quieren hacer, y acaban por perder mucho tiempo, pues no son capaces de decidirse.

Si este post me ha quedado denso, aseguro que no es nada comparado con una edición semanal de la revista Der Spiegel. Y lo genial es que todo esto no lo digo yo, sino este semanario. Lástima que no esté traducido. Es el semanario de mayor tirada en Europa. Ahí queda eso. Y yo, tras haberme leído uno me siento como si me hubiese leído una enciclopedia.

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