Un tema reinante estos días en mi casa es una actividad en las próximas semanas en el instituto de mi hija mayor. El otro día vino con un papelito en la cartera (y con lágrimas en los ojos) en el que ponía que para una concienciación de los chicos y chicas sobre los peligros de fumar, tal día en noviembre les llevarán al hospital clínico universitario de Hamburgo, donde entrevistarán a un paciente con cáncer de pulmón y posteriormente presenciarán una broncoscopia en vivo y en directo. Mi hija, que se desmaya con pisar un hospital u oír una conversación sobre sangre, está temblando y no sabe cómo rebelarse contra esto. Además alega que ella no va a fumar jamás, y que no quiere verlo, que se lo imagina, que ella concienciada está, y que allá penas.
Que se realice algún tipo de prevención e información me parece correcto, pero no estoy de acuerdo con las formas. Me parece bestial someter a chavales de 11 y 12 años a esto. Todavía tienen esa parte infantil que a lo mejor les permite pasarse con el paciente: "¿Ve usted? Si no hubiese fumado no estaría usted así", y me parece muy fuerte además que un paciente con cáncer tenga que pasar por ese trance. Pero lo hará "con gusto" para mostrar su arrepentimiento y salvar a la humanidad. Cuánto moralismo hay en este mundo. Me imagino además la imagen grotesca de la broncoscopia: al paciente, entubado en la camilla, y los críos alrededor, diciéndose los unos a los otros: "apártate, que no veo". Demasiada crudeza. Hay otras formas más elegantes, pienso, como que vengan médicos de pulmón a los institutos y les cuenten de los peligros del fumar, por mí que pongan imágenes de algún pulmón "ahumado", pero lo que tienen pensado como tratamiento de choque me parece fuera de lugar.
Propongo más métodos preventivos para ahorrarnos problemas en el futuro: mostrarles lo que ganan muchos titulados universitarios, y así reducir el número de estudiantes en universidades y el de parados sobrecualificados; llevarles a entrevistas con personas divorciadas que les digan que mejor no casarse bajo ningún concepto; que les muestren niños enfermos, y que así no tengan hijos, y ahorremos así en sanidad; que les lleven a un banco y les hablen de intereses variables, del Euribor, o que compren acciones con su paga semanal, y ésta desaparezca en algún lugar de Oklahoma, así aprenderán a no especular; llevarles a empresas cárnicas y que presencien cómo llevan a los animales hacinados en camiones, cómo viven y se les mata después, y así a lo mejor se hacen todos vegetarianos o reducimos el consumo de carne; que vean imágenes de muertos de tráfico y así no conduzcan, o vayan todos en bicicleta; que las chicas entrevisten a maltratadores de mujeres arrepentidos y así sepan distinguirlos en un futuro.
Hay cosas que no se pueden prevenir, por mucho que queramos controlar la vida y el mundo que nos rodea, pero empecemos con inculcar buenos valores y confianza plena en nuestros hijos para que sean capaces de decir no ante las cosas que les puedan perjudicar y no hagamos de ellos fanáticos intolerantes. Tan mala me parece la falta de información y concienciación como el excesivo control. Si tu hijo quiere fumar, lo hará y no lo podrás evitar, y está bien que sepa donde se mete; es como con la droga: no creo que hoy día nadie se meta sin saber lo que es y adónde le va a llevar. Pero ante todo que no nos consideren tan ineptos a los padres hoy día y que no le causen a un crío un trauma para evitar otros posibles traumas futuros.
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