viernes, 25 de noviembre de 2011

La serotonina

Sé que deberíamos fustigarnos, pero yo al menos no lo voy a hacer. Para una vez en 21 años que disfruto de un mes de noviembre seco del todo, y muy soleado, no me voy a amargar, por muy bajo que esté el nivel del Rin y de todos los ríos alemanes. Las primeras semanas de noviembre estaban todos felices: que qué bonito está resultando este otoño, sus colores, la luz, el sol. Pero estamos a día 25 y esta semana ya nos están fastidiando la alegría recordándonos que esto no puede ser, que estamos en el noviembre más seco desde que se registran las temperaturas, que el año 1920 fue parecido, pero que éste, va a ganarle incluso. ¿Por qué no me iba a tocar a mí un noviembre así aunque ocurra cada 100 años? Yo no me voy a sentir culpable por mucha foto que nos pongan ahora en todos los períodicos o noticias de televisión con las orillas de Rin con la tierra cuarteada como si fuese el río Sequillo.

Lo de que nunca llueve a gusto de todos es más que cierto este año. El verano fue pasado por agua y cayó de más. Se anegaron campos y cosechas, y la sensación fue de verano con timo. El otoño, soleado y seco como no recuerdo jamás, ha compensado. Pero aquí no se trata de eso. Hay que verle siempre las pegas a todo y no disfrutar. Cuando incluso el otro día en un programa de televisión estupendo que ven mis hijas y que merece una buena entrada de blog, les explicaron bien clarito lo que es la serotonina. El programa lanzaba la pregunta de por qué los españoles o los del sur de Europa están siempre aparentemente de buen humor y aquí en el norte la gente está tan "desaboría", en general, y tan cansada. Y decían que la culpa la tiene la serotonina. La serotonina es un neutrotransmisor que produce el cuerpo, responsable nada menos que del estado de ánimo, la regulación del sueño y del apetito sexual. Al oscurecer, la serotonina aumenta, y los niveles se mantienen altos hasta al amanecer. Piensen entonces ahora que aquí anochece ahora a las cuatro de la tarde, con lo cual nos ponemos en estado marmota a partir de esa hora. A mí de hecho me da tal bajón a esas horas, que son necesarios a veces un café (en vena, prácticamente) y una coca cola, para reactivarme para salir a trabajar, pues lo hago de noche en esta época del año. Y la serotina explica las maravillas en el organismo que producen en España las terracitas de los bares, el paseíto del domingo por la mañana al solecito, incluso en invierno, y lo más dicharachera y despierta que parece la gente. Leí el otro día en el periódico local una columna de una estudiante de Hamburgo que está ahora estudiando un año en Madrid y que decía que lo que le sorprende es lo poco que duermen los españoles, siestas incluidas. Yo llevo tiempo pensando que la siesta es otro de nuestros sambenitos que nos colgaron antiguamente y aunque los tiempos modernos, por mucho que siga creyendo la gente aquí, impidan a la mayoría de los españoles echarse una siesta a diario, que es lo que se creen que se hace, en realidad, incluso con ella, en España se duerme menos, y eso es algo que constato. Aquí se madruga mucho, pero la gente lo compensa acostándose bastante pronto, sobre todo en invierno. Y aquí existe el concepto del Mittagsschläfchen, el 'sueñecito del mediodía', o sea, que duermen más en general los alemanes, diría.

Así que alabado sea este mes de serotonina que estamos teniendo que compensa las horas que hasta el 21 de diciembre nos están desapareciendo de luz. Porque la luz es vida, y si no pensemos que los países escandinavos, a pesar de su bienestar son los que tienen la tasa más alta de suicidios. Por mí al Rin que le den. Lo siento.

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