Me llama la atención cuántos niños vegetarianos hay en Alemania. De un tiempo a esta parte vengo observando un incremento, que no puedo ni quiero corroborar con cifras pues se trata de mi impresión personal en base a los críos que pasan por mi casa. Cuando un niño me dice que es vegetariano, en lo primero que pienso es que si los de mi generación o muchos de después les hubiesen dicho eso a sus padres, de la voz que nos hubiesen dado, nos hubiésemos ido a comer un buen asado después solos o en familia. O me imagino a un español de hoy día diciéndoles a los que por su religión no comen cerdo que "venga, prueba, con lo rico que está este ibérico".
Y vienen crías de 11 años a mi casa, y me dicen que no comen carne. De esto, curiosamente, se salvan a veces las salchichas, aunque no siempre. Es por eso por lo que mi hija pequeña me preguntó hace poco: "¿Mamá, a los animales de los que sacan salchichas, los matan de otra manera?" No entendí la filosofía de la pregunta así a primeras, pero le dije que no, que es lo mismo, y entonces me salta: "Ah, pues yo pensé que sí, porque hay niños vegetarianos que comen salchichas, y yo creía que sería porque los matan mejor". La lógica es aplastante, como la incongruencia de lo otro.
Por supuesto que respeto que un niño decida ser vegetariano porque sí; también conozco a padres que cuentan que sus hijos son vegetarianos (porque ellos lo son), y estos niños son los que en las barbacoas dan cuenta de un buen número de salchicas o chuletas, y con avaricia. Sin embargo el caso más respetable que conozco es el de una niña que viene a menudo a mi casa que es vegetariana convencida, sin serlo nadie en su casa. Pero ésta al menos come todo lo demás, y no le hace ascos a ninguna verdura. Yo he acabado por cogerle el tranquillo a esta vegetariana, aunque compadezca a la madre con tres hijas de las que una es vegetariana, otra no come verdura y la tercera de nada. Pero hace poco estuvo aquí una vegetariana que vino de manera improvisada. Yo no sabía que lo era, y tenía la comida lista además cuando mi hija me avisó de que traía a esta amiga. Había judías verdes con patatas cocidas, y trocitos de pavo empanados de segundo. Pues bien, cuando volví y les pregunté que si habían comido bien, se sonríen y me dice: "Es que soy vegetariana...", "ah", dije, tranquila porque había habido verdura. "Ya, pero es que las judías verdes no me gustan". Comió solo patatas cocidas.
Mi explicación para tanto vegetariano de corta edad es que los niños aquí crecen muy unidos al mundo animal. El que no tiene perro tiene conejo, o hamster, o peces, o todo junto a la vez. Y como se pasan el día acariciando a tanta monería animal, como para ponerles luego en el plato un animal muerto, como me dice a mí la vegetariana que más respeto. Ésa se hizo vegetariana con 5 años, cuenta orgullosa, cuando una niña en la guardería le dijo que la carne son animales muertos. Pero en la mayoría de los casos me parece una idealización tal de realidad que estos críos crecen en sus mundos felices tan fomentados aquí en las casas. Como les expliqué yo a mis hijas el otro día, que andan tentadas de hacerse vegetarianas, porque los animales son "tan monos" y que están consternadas de que nos los comamos y los matemos. Les dije que sí, que entiendo sus preocupaciones, y que los animales merecen un trato digno, pero que no piensen que porque no coman carne que no participan del uso de ellos para otros productos, pues de los animales se sacan muchas otras cosas para cosméticos, zapatos o medicinas. Me miraron con estupor. Sí que me rogaron comprar carne "bio" (lo que influye la vida aquí) y que aunque sea más cara, que entonces comamos menos carne, pero con garantía de que han tratado bien a las vacas. Les dije que con eso hay mucho fraude también, que no todo donde pone "bio" lo es. Pero como por cabezonerías similares no comen pescado desde hace mucho, lo peor que me podía pasar a mí, estoy por llevarles a un sitio donde vean lo que hacen con los productos transgénicos, y cómo crecen los vegetales hoy día, en invernaderos en producción en masa, o manipulados igual para que tengan esa forma y color específico. Yo estuve hace años en una feria en Holanda en la que vi cómo crecen los champiñones en una especie de algodón y que el agricultor trabaja con ordenador, y cambió mi concepto sobre todo esto.
Me parece muy bien que los niños crezcan con respeto hacia los animales, que se les inculque que hay que tratarles bien y que no porque nos los comamos, podemos engordarlos o hacer con ellos lo que queramos. Pero veo que está creciendo una generación de sabiondos intolerantes que se acabará por dar un batacazo cuando vean que muchos seres humanos no viven tan bien como sus peces en la pecera o su conejo con su jaula con columpios y que comen la mejor comida "bio" que haya en el mercado para ellos.
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