miércoles, 3 de agosto de 2011

La exposición del verano

Sin duda la exposición del verano en España es la del Museo Thyssen de Madrid dedicada a Antonio López, con mis respetos a otras que haya a lo largo de la geografía española. Como muchos acudan a verla dos veces, como yo, podrían romperse los récords de visitantes, y a día de hoy, según el telediario, van ya 120.000. Las entradas están agotadas rápidamente para el mismo día. Y no es para menos. Acudan en tropel. Merece la pena contemplar esas maravillas de cuadros incluso entre las masas. A mí no me importa contemplar arte con tropecientas mil personas, si éstas van a lo que van. Sin embargo me desagradan las masas borreguiles si acuden a un museo por haber leído un libro, como me ocurrió en el Louvre, del que salí espantada por los montones de gente que querían participar de las visitas guiadas con tema Código da Vinci, y no por el museo en sí.

¿No se dice siempre que España no trata bien a sus genios? Cabe remarcar que esta retrospectiva se está realizando en vida del pintor. Yo no sabía exactamente qué me esperaba, ya que su obra me era desconocida, y curiosamente al ver algunos de sus cuadros, me resultaron muy familiares. La muestra empieza con los platos fuertes, los cuadros de las últimas décadas. Sorprendente el cuadro del mueble antiguo de los de guardar la vajilla de antes, con detalles como las gotas de los ojos y hasta el prospecto sacado de la caja y la botella de anís, y otras. Luego la nevera, tal cual, abierta, hasta con el plato de las sobras puesto sobre el cazo, como hacemos cualquiera en nuestras neveras. Y los cuadros de Madrid, de ese realismo tan espectacular que muestran qué feos son muchos barrios, con el conglomerados de bloques de ladrillo. Y la Gran Vía. El cuadro más conocido de su obra lo pintó en seis años, por realizarlo siempre a la misma hora del día, para tener la misma luz. Que el pintor vive y su pintura está viva, se experimenta en su serie de cuadros sobre la parte alta de la Gran Vía, con vistas a Callao o la Plaza de España, que está en plena elaboración. Son cuadros titulados Gran Vía, tal día y tal hora, con lo que los pinta siempre a esa misma hora de ese día durante años.

La escultura juega un papel importante en su obra, con esas cabezas de bebés que hizo cuando para realizar esculturas de sus hijas o nietos. Los grabados, de su primera fase, impresionan, hechos solo a lápiz, y parecen hasta tener luz artificial en esas cocinas desvencijadas, esa habitación y su tres puertas. La obra de sus primeros años son retratos de los suyos en Tomelloso, y podrían ser cuadros de la familia de cualquiera. Si tuviera que resumir en dos términos los trabajos expuestos serían realismo y cercanía. No se la pierdan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario