martes, 30 de agosto de 2011

Si pudiéramos cambiar de época...

Si tuvieran que elegir una época para vivir en el pasado, ¿cuál elegirían? Supongo que dependiendo de lo que uno tenga en mente. A lo mejor uno piensa en los palacios pomposos de la Francia más rococó, o se imagina la Grecia clásica, o Roma, o si es pintor el París de comienzos del siglo pasado. A mí siempre me ha atraído la época del cambio de siglo y la explosión que hubo de las artes, pintura, arquitectura, en esa época, quizá por lo mucho que me gusta el Art Nouveau. Por otra parte, no hay que olvidar que en esa época, como en todas las anteriores, eran muy pocos los que se beneficiaban de la cultura y del saber.

Woody Allen y su película Midnight in Paris plantea algo así, pero de otra manera. Un hombre joven, a punto de casarse con una mujer que desprecia sus inquietudes, necesita encontrarse a sí mismo en París, donde ve un futuro mejor para su vida y su escritura. Se despega de sus acompañantes e inicia unos viajes nocturnos en un coche que le recoge a medianoche y le lleva al París bohemio de los años 20. La primera noche se encuentra con F. Scott Fitzgerald y su mujer, y con Hemingway, y cuando aparecen otras noches personajes como Picasso, Dalí, Buñuel, parece encontrarse cada vez más a gusto y depender de esos viajes en busca de inspiración para la novela que quiere sacar a adelante. Se enamora de la amante de Picasso, y tratando de conquistarla, van más atrás en el pasado, a la Belle Epoque, y ella quiere quedarse allí, pues es su época favorita, mientras que él no lo entiende, pues considera el Paris de los años 20 la mejor época. Y gracioso es cuando ambos preguntan a Degas, Toulouse-Lautrec y Gaugin que cuál es la mejor época: ellos dicen que el Renacimiento... Y así podríamos continuar, algo que ya no hace la película.

Fantasía, sí, pero muy "woodyallenesca". A mí me encantó de jovencita La rosa púrpura del Cairo, con el actor que se salía de la pantalla. Al menos en Midnight in Paris Allen vuelve a ser él. No sé qué se tomó antes de rodar Vicky, Cristina, Barcelona, o en qué estaba pensando. A mí no me gustó nada, pues llenó la película de los clichés que la gente espera ver de los españoles y los exageró hasta tales extremos, como cuando Penélope Cruz aparece con un cuchillo gritando, que a mí me dieron ganas de irme del cine. Salvo excepciones, una película de Woody Allen no suele ser una pérdida de tiempo, porque los diálogos esconden frases muy irónicas y mordaces, y el ambientillo es tan intelectualoide, que por muy absurda que sea la trama, te engancha. Todavía me río por una de sus primeras películas en las que al aparcar Mia Farrow dejando un buen hueco entre el coche y el bordillo, él le dice "gracias, hasta la acera voy andando", o en otra, que no recuerdo tampoco cuál era, decía algún personaje, o él mismo, que cuando escucha a Wagner, le entran ganas de invadir Polonia.

Genial es la aparición en la película de Adrien Brody haciendo de Dalí, cuya caracterización es espléndida. Es una conversación surrealista, como lo son sus personajes y la situación, y él habla alucinado de que ve "rinocerontes". Y de Carla Bruni, qué decir. Muchos habrán ido a ver Midnight in Paris por ella. Su aparición no es digna de mención pues hace de Carla Bruni, etérea, muy francesa. Más merece la pena la película por París, en la que la película se recrea y la idea general de "y si..." que siempre tenemos en nuestras vidas, vivamos en la época que vivamos.

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