miércoles, 10 de agosto de 2011

Un momento alemán

Existen momentos alemanes, como existen los españoles. Uno español es que te vociferen bajo tu ventana o en el patio de tu casa, que nunca es particular, por mucho que diga la canción. En España lo particular es a menudo no frenar en nada mi entidad como ser humano, y poner la música a todo meter a la hora que me plazca, o incluso en un pueblo "tranquilo", que unos jóvenes de la casa de al lado a las tres de la mañana estén gritando "hijo de puuuuta" y me despierten con tan agradables palabras a mitad de la noche. Un momento alemán es el que me pasó a mí ayer, en mi primer día tras las vacaciones. Cita en el médico. Toso como una descosida en la sala de espera, de acuerdo, pero tratando de hacerlo hacia mi lado izquierdo, donde no había nadie sentado por ser un rincón de la sala. El señor de mi derecha, habla con su mujer cada vez que toso, y yo prefiero no afinar el oído, pues sé perfectamente lo que le dice, y no me quiero hacer mala sangre, que para eso vengo toda relajada (incluso estando enferma) de las vacaciones. En una de las toses, se levanta, y se va lejos de mí, a una silla que quedó libre, algo muy normal aquí, pues no se cortan nada. A todo esto, yo, como soy española con mucha experiencia alemana, cuando entra una pareja que al ver que no hay dos sitios juntos, se quedan de pie, yo, que tengo mi sitio al lado libre, y al lado del señor que huyó de mí hay uno libre, me levanto y les digo que se sienten en mi sitio y el de al lado. Que yo me muevo sin problema al otro libre. El señor se quedó mudo al tenerme al lado otra vez, y al borde del infarto, pues su mujer no hacía más que decirle "Tranquilo, todo irá bien".

Además de la solemnidad y del silencio de la sala de espera, donde nadie habla con nadie, la lluvia constante fuera (y ya es el tercer día de lluvia seguida, en agosto), la situación era tan típica, que esta vez hasta me reí y lucí "mi experiencia" en este país. Antes esas cosas me amargaban, pero hoy día me ponen en "modo ataque". O como una vez, en la que hablando con una amiga que vino de España a visitarme, en la cola de un bar de zumos, antes de pedirnos uno, la señora delante de nosotros se tapó los oidos y nos miró con desprecio, por no poder soportar lo alto que hablábamos. Aseguro que no chillábamos. A la gente aquí habría que meternas en urnas de cristal y exponerlos como piezas perfectas de museo.

Momentos alemanes, en los que aunque no supieras dónde estás, yo lo sabría, como otras muchas situaciones aquí y allí. Como comer tortilla de patatas o jamoncito en España, o esto hoy aquí:
Una estupenda salchicha al curry con patatas, en el lugar de Hamburgo donde más me gusta comérmela: el mercado en el barrio de al lado del mío. Para allá que me fui hoy, con toda la prole, y ni la tos lo impidió. La mejor Currywurst es la que me como siempre a la vuelta de mis vacaciones, uno de mis ritos. Por mucho que tosa una, o por mucho que llueva en pleno agosto, es una deliciosa manera de reubicarse, y no con esos otros momentos...

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