martes, 10 de mayo de 2011

Rellenos no veraces

El viernes se concedieron en Hamburgo los Henri-Nannen-Preise, unos premios periodísticos que llevan el nombre del fundador de la revista Stern y que concede la editorial Gruner + Jahr y su revista Stern. Se entregan en una gala en uno de los teatros más importantes de Hamburgo, y acuden la crema y la nata del mundo periodístico alemán. A uno de los galardonados de la noche se le retiró el premio ayer, un periodista del semanario Der Spiegel, en la categoría de mejor reportaje del año. René Pfister retrató en su reportaje a Horst Seehofer, el jefe de la CSU, en su casa, concretamente en su sótano, donde tiene instalada una maqueta de trenes, algo muy típico en Alemania. El periodista describió en los primeros párrafos ese mundo privado de Seehofer, y el premio a todo el reportaje sobre el político le fue concedido por su realismo. Al recogerlo, ni corto ni perezoso, el galardonado dio las gracias, pero dijo cándidamente que él ni siquiera había estado en casa de Seehofer. En seguida, tras la entrega de premios, la revelación fue la comidilla en la fiesta posterior, y ayer, el jurado le retiró el premio alegando falta de veracidad, pues se supone que la rigurosidad periodística es lo que en realidad se premia. Tanto el premiado como la revista Der Spiegel no están de acuerdo con decisión del jurado ayer, pues dicen que Pfister jamás dijo en el artículo que hubiese estado en ese sótano.

¿Es todo lo que leemos fiable? Por supuesto que no. Con los medios de comuniacación que tenemos al alcance, podemos hacer búsquedas en internet, e inventarnos por ejemplo un recorrido por una zona, utilizando anteriores informes de otros, y si tienes un cierto talento con la escritura, puedes vender cualquier "realidad" a cualquiera. ¿No es eso literatura? A mí en realidad no me importa si cierto señor ha estado en el sótano de un político o no y ha visto sus trenes de verdad o no, pero la pregunta es si en un artículo así, que además resulta premiado por su altísima calidad, nos venden ficción, qué no harán en muchos otros artículos de información clave, pues al fin y al cabo aquí se trataba de un reportaje sobre un personaje y le podemos dar toques novelescos, pero si nos informan de hecho veraces, de datos relevantes para todos, puede ser peligroso.

Ahora que sabemos además que el ex ministro zu Guttenberg no solamente plagió su tesis doctoral sino que además lo hizo premeditadamente según el fallo de la Universidad de Bayreuth la semana pasada, no podemos fiarnos de nada publicado, ni de tesis doctorales que nadie lee pero que sirven para darle el toque resultón a un ministro con ganas de cancillería, pero tampoco a artículos publicados en prensa seria.

La naturalidad con que Pfister reconoció en el escenario con el galardón en la mano que nunca había visto los trenecitos, sino que su narración se basaba en lo que le habían contado, demuestra que debe ser una práctica habitual la de contar sin haber presenciado, algo muy fácil en realidad. Cuántas veces no nos hemos pillado engordando historias vividas con detalles quizá no tan reales, pero que le dan este toquecito novelesco o épico a las anécdotas. Cuántas personas contarán haber vivido unas cosas u otras sin haber sido así, y al final acaban por creérselo. Tanto es así que muchas veces no se necesita ni siquiera la noticia porque como dijo aquél "que la realidad no me estropee la noticia", o porque en muchos casos, las verdaderas noticias, no se cuentan.

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