jueves, 26 de mayo de 2011

La chispa de un artículo

El tema de estos días en Alemania, sobre todo en Hamburgo y en el norte, es el virus EHEC, aunque en realidad se trata de una infeccion bacteriana. Esta infección intestinal se está extendiendo con tal rapidez y agresividad que los hospitales están desbordados atendiendo a pacientes que acuden con dolores fuertes de estómago, diarreas con sangre, e incluso terminando algunos con diálisis. Dos personas han fallecido, y la alarma es justificada. Si bien esta enfermedad se da siempre, con una media de 1.000 casos al año, lo desconcertante para las autoridades sanitarias es por qué el brote se está extendiendo ahora con tal rapidez, que en cuestión de una semana van ya 600 casos, 140 de ellos muy graves. Los hospitales advierten de que habrá más muertes.

Nadie sabe cuál es la causa exacta, pero lo curioso es que son sobre todo mujeres las afectadas. Primero se habló de fresas y espárragos, consumidos en toneladas en estas semanas de mayo en todo el país, pero desde ayer se habla de la hipótesis de que vendría de tomates, pepinos y ensaladas. Estudios que se están realizando sobre lo que han consumido las pacientes, están llegando a esa conclusión. Pero no se sabe aún. Lo que sí que se sabe es que los productos que sean vienen del norte de Alemania, y todos miramos ahora reacios a lo que tenemos comprado en la nevera, y me imagino que en los supermercados se notará el miedo de los consumidores.

Como una, por mucho que trate a veces de redactar de una sentada lo que tiene en mente, sea por falta de tiempo o porque al artículo le falta la chispa o el toque final y necesito pensar, lo dejé hoy a la hora de comer en el párrafo anterior, y ahora, al querer retomarlo me encuentro con la "chispa" que le faltaba. Los culpables son los pepinos españoles y admito mi estupor ante la noticia. Es lo que nos faltaba a los españoles, pues cada telediario alemán, al hablar de la crisis griega añade siempre "y la de otros países europeos, como Portugal y España" (siempre espero a que terminen cada frase con nuestro país), recordándonos quién tiene toda la culpa de que los pobres alemanes tengan que pagar tanto. Y ahora encima esto. Con qué cara de española puede ir una por aquí ahora, como yo ahora a dar clase. Como hace nada aprendieron expresiones como "meter la pata" o "cuesta un ojo de la cara", será el día de enseñarles a mis alumnos "me importa un pepino", y aclarar de inmediato que no es el caso. Pero a los agricultores alemanes se les quita un peso de encima pues los pepinos son foráneos, y a los consumidores más, pues siempre es mejor si el mal viene de fuera, y ahora se pueden lavar las manos todos, como hacen los alemanes con la crisis. Pero claro, como indaguemos el asunto bien, al final va a resultar que la culpa la va a tener Zapatero... o si no al tiempo.

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