Ya mencioné una vez que la familia real la ha liado pero bien, pues aparecen en los métodos para aprender español y entre el yerno que no está, y el que sigue estando pero que oficialmente tampoco, han fastidiado montones de libros. Ahora encima utilizando una guía que tengo sobre Madrid, para un proyecto que estoy realizando, veo un apartado que dice que el rey es muy querido por los españoles, y menciona a las hijas, a sus maridos, al príncipe, al matrimonio ejemplar de los reyes, y más cosas que ahora me producen risa. Otro libro para tirar a la basura. Ellos solitos se han cargado su imagen, pues en el extranjero ya no aparecerá tampoco ninguna guía con esa información tan positiva.
Pero la página esa no me amarga mi labor. Voy a dar un curso sobre Madrid y alrededores próximamente, y por suerte el centro de España no se visita ni por la familia real, ni por el Palacio de la Zarzuela, ni por nada unido a esa panda de aprovechados. Llevo una semana recorriendo Madrid con la mente y a través del teclado, y como voy pronto, llegaré ávida de patear MI ciudad. No sé por qué muchos alemanes, cuando les digo que soy de Madrid, me dicen que les gusta más Barcelona. Lo entiendo y lo respeto, les digo siempre. Algunos lo dicen sin ni siquiera haber visitado Madrid, o haber estado más que de paso. Pero los que conocen bien la capital, dicen a menudo que les gusta más Madrid. Maldita manía de comparar todo. Yo nunca lo hago. Cada ciudad es única, y por eso entiendo que algunos prefieran Barcelona: el mar, el ambientillo mediterráneo, Gaudí (o Gaudi, como dicen los alemanes), apreciadísimo en el extrajero. Pero sinceramente, la última vez que estuve en Barcelona salí espantada del gentío de las Ramblas, el Barrio Gótico olía a orina y la zona del Mercado de la Boquería estaba muy deteriorada. No digo que Madrid esté perfecta, pero al menos no se vende como ciudad que lo tiene todo. Nosotros no tenemos playa, eso está claro, ni otro idioma (ojalá), pero tenemos una ciudad tan infernal, ruidosa y sucia, que a la vez nos lleva al cielo en sus rincones con encanto.
Llevo días paseando mentalmente por el Madrid de los Austrias, por esas plazas con encanto. Me encantan esas calles con los carteles de azulejos antiguos. Me encanta la zona de tabernas de la Latina. Me encanta la Plaza de Santa Ana, con todo el jaleo que tiene. Me encanta pasear de día por Madrid, pasear de noche. Me encanta ir por Chueca, por la calle Fuencarral. Me encanta el Retiro, y cuanto más lleno mejor. Me encanta cogerme el 27, autobús municipal, desde Atocha a plaza de Castilla y pasar por el Paseo del Prado, por Recoletos, la Castellana y ver Madrides tan diferentes: el del arte, el burgués, y el de la modernidad, que culminó en las Torres Kio y el hundimiento de la banca. Me encanta la Gran Vía: bajarme del metro en Callao, como hacía cuando era jovencita, y mirar hacia abajo, con la Plaza de España abajo, y mirar hacia la derecha, hacia el edificio de telefónica. Me encanta el barrio de las Letras. Me encanta atravesar la Plaza Mayor siempre que estoy cerca, aunque no tenga que ir.
Por eso una panda de indeseables no van a acabar con el atractivo de nuestras ciudades ni de nuestro país. Yo voy a promocionar el turismo a Madrid y alrededores, y si me dejan continuaré con otras regiones: Extremadura, el norte de España, Castilla, ... De momento sigo viajando con la mente, que es muy fácil.
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