Muchas veces me hacen gracia esos "días de...": de los abuelos, del niño, del gato (!), que fue ayer, o el día del orgullo zombie, nada menos. Y hoy, 21 de febrero, ha sido el Día Internacional de la Lengua Materna. Se celebra desde 2000 y la fecha está elegida para conmemorar la protesta de unos estudiantes de Bangladesh, ocupado entonces por Pakistán, por sus derechos como hablantes de urdu. La policía arremetió y murieron tres estudiantes. A los 4 años fue declarada lengua oficial.
Se trata de recordar que de las 6000 lenguas del mundo, la mitad está en peligro de extinción. Cada año mueren 10. No es el caso del español, la segunda lengua en cuanto al número de nativos que la hablan, tras el chino. Y el día de hoy celebra el plurilingüismo, la diversidad lingüística. No es ninguna tontería recordar el capital cultural que supone para cada individuo su lengua materna. Nuestra idioma no lo elegimos nosotros: nos viene dado desde nuestro nacimiento, como nuestra madre. Nuestro idioma nos da nuestra identidad cultural y nuestra sensación de pertenecer a un grupo. Es nuestra lengua madre, por ser la primera que hablamos, y curiosamente es de la madre y no del padre...
Aquí en Alemania viven millones de personas con otra lengua materna. Yo misma. Yo hablo español en mi vida diaria, y además lo enseño, por lo que mi lengua materna sigue presente en mi vida a pesar de vivir en el extranjero. Y porque es una lengua tan hablada por tanto nativo, goza de un espectacular biénestar en las academias o escuelas de idiomas en el extranjero. O sea que muchos no solo viven CON su lengua sino que además viven DE ella.
Habladas por millones de personas o por una minoría: todas las lenguas son dignas de ser recordadas el día de hoy. Yo pongo una vela mental por todas las que han muerto: porque con ellas se ha evaporado en el aire una gran parte de la identidad cultural de un pueblo.
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