Pero seguimos con el paseo, y pasamos por aquí:
Es la Herbertstraße, un lugar muy conocido en Hamburgo. Es una calle de acceso solo a hombres mayores de 18 años. En ella hay unos escaparates en los que se exhiben mujeres. Me tocó explicarles a mis hijas lo que es. La mayor hasta le dijo al abuelo que pasase, que era el único del grupo que podía pasar. Ella parecía entenderlo todo, pero la pequeña necesitaba más explicaciones de ese mundo tan extraño, en el que lo mejor a su parecer fue un lugar "secreto" en la plaza de Hans Albers en el que venden pizza toda la noche que te hacen reciente delante de ti. Son pizzas pequeñitas individuales por 2 € que meten en un horno de leña. A mí me gusta mucho en las noches por la zona. Se fue relamiéndose del lugar por el que por la noche pasan cientos y cientos de personas buscando una base sólida para el alcohol que se están metiendo en el cuerpo.
Pero lo mejor fueron estas zapatillas en un escaparate, que yo ni siquiera vi. Ellas se imaginaban la situación y se partían de risa al contar cómo sería si abres la puerta al vecino con esas zapatillas de estar en casa puestas, con pechos y penes. Se rieron un rato, y mis padres y yo más. De vuelta en el coche les fui diciendo que el lunes, cuando vuelvan al cole tras esta semana de vacaciones que están teniendo y les pregunten que dónde han estado, que cuando los otros cuenten que en París, en Mallorca, en Dinamarca o en Sylt, que por favor a ellas no se les ocurra decir: "Pues a mí mi madre me ha llevado por la Reeperbahn, y hemos visto unas zapatillas graciosísimas de penes y pechos, y muchos penes de plástico en los escaparates, y más cosas interesantes". Les pregunté que cuántas madres de sus amigas se irían de paseo por ese barrio, y se reían, al igual que yo, diciendo que ninguna. Pero lo divertido ha sido esta mañana, cuando al levantarse la mayor vino a mí y me dijo: "Mamá, estuvo muy bien ayer el paseo por St. Pauli. Hamburgo no es solo lo perfecto y lo bonito, sino eso también, y está bien saber de qué habla la gente". "Y lo rica que estaba la pizza", me dijo después la otra.
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