jueves, 10 de mayo de 2012

Triste llegar a esto

En marzo hubo un caso en Alemania que conmocionó a todos por diversas causas. Primero porque apareció muerta y violada una niña de once años en un aparcamiento en Emden, una ciudad pequeña en Frisia, en el noroeste de Alemania. A continuación porque a los pocos días la policía detuvo a un chico joven de 17 años. Durante las investigaciones hubo una campaña en internet contra él, un llamamiento a que lo matasen en un linchamiento. Tres días después lo pusieron en libertad, pues había pruebas irrefutables de que no era él. Y al poco tiempo, cogieron a otro chico de 18 años, que confesó el crimen.

El caso resulta demasiado cruel para todos. Para los padres de la niña porque el asesino confeso estuvo ya en tratamiento psiquiátrico por pedofilia con 17 años, y al cumplir los 18 cayó en el vacío legal de que al ser mayor de edad, de momento no podían seguir tratándole. Pero en noviembre, el chico se personó en comisaría diciendo que era un peligro para la sociedad. Meses después violó y mató a la niña, y la pregunta es si se pudo haber evitado, pues hasta los padres del chico avisaron a la policía de que el chico tenía material pedófilo, y hasta él avisó de que era una bomba de relojería.

La detención del chico que al final no fue el culpable es muy criticable desde el primer momento. La cámara del aparcamiento mostraba a un chico, y alguien dijo que sería ése, y como no tenía una coartada para esas horas, se le consideró sospechoso número uno, y fue expuesto ante las cámaras de todo el país y su ciudad esposado, como reo de un crimen que sigue siendo de los que más sensibilidades levantan: violación y asesinato de un niño. Pero como hoy día cualquiera puede montar una campaña de acoso, y más que eso, en internet, el llamamiento en facebook llevó a 50 personas ante el centro de la policía donde estaba detenido el presunto asesino, reclamando un ajusticiamiento colectivo. Triste que la gente se deje llevar por esas cosas.

Hace dos semanas o tres, hubo una manifestación multitudinaria en Emden en señal de apoyo a los padres de la niña y a ese pobre chico y a su familia, que también acudieron, manteniéndose al margen, pues la víctima principal es la niña. Pero la manera tan rápida como la policía le mostró como el reponsable de los hechos hace pensar ahora si buscaban una pronta solución, que les acabó por estallar en la cara. Si pienso en el calvario que habrá pasado ese chico esos tres días en prisión, sin que le creyesen que era inocente, los daños y perjuicios causados a él y a su familia, supongo que le quedarán secuelas y es otra víctima de este triste suceso.

Por eso hoy, cuando he leído que en Emden se ha presentado una demanda judicial contra el joven de 18 años que hizo ese llamamiento al linchamiento, me he alegrado. Es una buena noticia. Espero que el acto tenga consecuencias legales para él, y no estaría mal que alguna también para las 50 personas que fueron a gritar frente a la comisaría que les dieran al chico, que ellos le ajusticiarían. Quizá todo esto haga reflexionar a los que piensan que la pena de muerte es justicia. No lo es ni lo será nunca, ni ante una culpabilidad demostrada. Nunca había sido más fácil difamar y condenar a la gente como hoy día en las redes sociales o internet, e insultar anónimamente a muchos se les da muy bien, no hay más que leer comentarios a muchas noticias. Pero si encima las consecuencias son tan graves como las que sufrió ese chico, juzgado y ajusticiado socialmente injustamente (ni siquiera en casos de culpabilidad demostrada defiendo el linchamiento colectivo, que conste), es el momento de decir basta.

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