miércoles, 16 de mayo de 2012

Total ... para qué

Hoy miro por la ventana y si pienso que estamos a 16 de mayo, y que hasta ahora no me he acabado de quitar ni el abrigo ni las botas, y que no para de llover, me da un penterre. Nos disponemos hoy a terminar la semana, a miércoles, pues mañana es fiesta y los coles hacen puente el viernes, y mucha gente también. Mañana además es "el viaje de Cristo al cielo", el Christi Himmelfahrt, la Ascensión, el día en el que se celebra además el día del padre. Como ya he mencionado en varias ocasiones, ese día, los padres y más aún los no-padres, se van por el campo tirando de carritos llenos de cerveza y otras bebidas alcohólicas, a celebrar bebiendo y haciendo barbacoas. Ayer dijeron en el pronóstico del tiempo en la radio que los guantes para protegerse las manos para hacer la barbacoa, les servirá a los hombres para protegerse del frío. Ayer mi hija me preguntó: "Mamá, ¿quién es el patrón de Hamburgo?" La pregunta no salió de ella, pues ella no sabe qué es un patrón, sino que vino propiciada porque mi madre le contaba por teléfono que era fiesta en Madrid, San Isidro, el patrón de la capital. Yo le dije que no, que no hay, pero para confirmarlo realicé mis pesquisas en clase. Les trasladé la misma pregunta a mis alumnos, que me respondieron que en Hamburgo no, pero que en el sur de Alemania también hay patrones, en las zonas católicas, que son los que tienen mejor tiempo además. Pero claro, aquí para qué, con el tiempecito tan asqueroso que tenemos. Total, para no poder ir a la verbena ni nada. Eso que nos ahorramos. Aquí no se celebra a ningún personaje porque sí, bastante tenemos con tener días de fiesta en los que podemos dormir y descansar, pues el tiempo no nos permite hacer mucho más. Es mayo, y los mayos de buen tiempo que he vivido en Hamburgo quedan lo menos 4 años atrás. Los últimos veranos fueron un engaño, y me temo que éste vamos por el mismo camino. Al menos los últimos dos años en abril hizo buenísimo y eso nos desquitó un poco. Ahora, todos los optimistas, que aquí quieren creer en los milagros, dicen que todo esto es porque tendremos un verano buenísimo. Que venga Dios y lo vea. Esta expresión, o mejor dicho, su variante "que baje Dios y lo vea", se la expliqué el otro día a una alumna mía, que anda desesperada con el subjuntivo. Yo preferiría desesperarme por el subjuntivo que por los 9 grados de máxima que tenemos hoy. Repito que al próximo que me hable de calentamiento del planeta, le diré unos cuantos improperios, y le invitaré gratamente a pasar un invierno y un verano en Hamburgo, que para el caso es lo mismo. Así que el mes de mayo, que es el único en el que tenemos días festivos, estas fechas y puentes quedan igual de deslucidos que la próxima fiesta que tendremos, el 3 de octubre, que es normalmente para no salir de casa ya. Y si ya es duro un día laborable con el tiempo que tenemos ahora, más lo será un puente entero así. Al menos mi hija mayor, ya a punto de regresar de su viaje con la clase, en el que se han dedicado a cantar todo el tiempo, se alegra, y me ha mandado antes un sms diciéndome: "Mamá, ya estamos de camino. Qué ganas de comer buena comida". Ya sé por dónde van los tiros. Uy, qué suerte la mía. Acaba de llegar la cantora, y me cuenta que han cantado cinco horas al día, con pausas entremedias, que la próxima vez se apuntará a la comida vegetariana, que la carne estaba malísima, y que los horarios de las comidas penosos: a las 8 de la mañana el desayuno, a las 12 la comida del mediodía y a las 6 de la tarde la cena. Y mientras termino este post, se está calentado un plato de comida que le dejé... y me dice "por fin en casa". Así que para qué hablaba yo del tiempo si todo va viento en popa.

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