viernes, 11 de mayo de 2012

Catálogo incompleto

Estoy llegando a la conclusión de que todo es cultural, cualquier acto de la vida diaria, desde comer, hasta la forma como hablamos con los demás, lo que decimos, cómo y cuándo lo decimos. A menudo he mencionado constumbres así, como que los regalos no se abran delante de todos los invitados en fiestas grandes, o que la gente se quite los zapatos al llegar a una casa ajena, o llame al día siguiente para dar las gracias por la velada tan agradable que pasó en tu casa, o que se considere irreverente llamar a una casa después de las ocho de la tarde.

Pero luego hay otras cosas tan simples como que aquí es muy normal levantarse de la mesa tras haber comido el plato principal sin comer postre. En Alemania se tiene la concepción extraña de que el postre es algo elaborado tipo pudding, o alguna crema de algo. No suele ser fruta. No es que no se coma fruta en general, pues en los supermercados y mercados se venden toneladas, pero se come en otros momentos del día, frecuentemente en el desayuno, con cereales, o como tentempié a lo largo del día. O hace poco, en el hospital, mi familia y yo nos reímos un montón porque en la cafetería había un pianista que tocaba en directo para amenizar a los pacientes y sus familiares. Mi madre se imaginaba la misma imagen en el 12 de Octubre o alguno de los hospitales de Madrid tan saturados, y se reía a carcajadas; y el de aquí no era tampoco privado. O los holandeses no beben agua (ni nada con las comidas) en sus casas. Tendrás que rogar que te den un vaso de agua, y te mirarán raro, pues eso no es sano, piensan. De la misma manera beben café todo el día, pero por la mañana se toma té para desayunar, aunque luego una hora más tarde se tomen su café para espabilarse. También los holandeses felicitan el cumpleaños no solo al cumpleañero, sino al padre, a la madre o al cónyuge del mismo, "Felicidades" les dicen también a los familiares .

Y el lenguaje es otro lugar de desencuentro. A los alemanes les desconcierta mucho que nosotros cojamos el teléfono con un "Dígame", que es un imperativo puro y duro. Ellos, que responden con su apellido: "Schmidthausen", consideran lo otro muy poco apropiado, aunque el tono con que los dicen y los apellidos así suenen peor que cualquier imperativo muy imperativo. En clase he notado que la lección en la que aprenden a llamar por teléfono, se quedan sorprendidos de que no digamos tampoco quiénes somos cuando llamamos, y entremos con un simple "¿Está fulanito?", "Sí, ahora se pone".

Las diferencias culturales están siempre ahí, pero solo las notas cuando te sumerges en otra cultura viviendo en ella. En cambio, si vas de turistas no te enterarás de todas estas peculiaridades del país. Me encuentro en el aeropuerto, y una aplicación que me bajé ayer me permite terminar el post que comencé anoche para hoy, y que se iba a quedar como borrador. Me desplazo por un fin de semana a otro país europeo que solo conozco de turista, y del que me pierdo todos esos detalles y que tan solo veo bajo el prisma de lo que conocemos de él: los. autobuses rojos, el té de las cinco, la (tópica) niebla. Me gustaría ver más allá del objetivo de mi cámara, y completar mi lista de costumbres diferentes y curiosidades europeas.

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