miércoles, 18 de enero de 2012

Mujeres de película

No he mencionado ninguna de las tres películas que he visto en las últimas semanas, y lo hago ahora, sobre todo por la última que he visto, que todavía sigue en mi mente. El cine nos enseña mundos y vidas de lo más diversas, nos cuenta la historia, conocida más o menos, pero que siempre debemos recordar. Las tres películas que he visto no podrían ser más diferentes. Pero si tuviese que encontrar un denominador común, diría que en las tres hay mujeres pioneras en algo.

La primera es Sabina Spielrein, rusa de origen judío, psiquiatra y psicoanalista, que fue una de las primeras mujeres en el mundo del psicoanálisis. Sus trastornos mentales y depresivos hicieron que sus padres la enviasen a una clínica en Zúrich, donde fue paciente de Carl Gustav Jung, del que se hizo amante. Jung siguió un tiempo las teorías de Freud, pero ambos acabaron distanciados para siempre por diferencias de opiniones en la aplicabilidad las mismas. Sabina colaboró con uno y otro en el desarrollo de sus trabajos. Jung estaba casado, y ella siguió su camino especializándose en psiquiatría y siendo la primera mujer que formó parte de la Asociación Psicoanalítica de Viena. Se casó con un médico ruso, y fue asesinada en 1942 en Rusia junto a sus dos hijas durante la ocupación alemana. La película, Un método peligroso, es una manera de acercarse a esta mujer tan desconocida, una de las más que quedan a la sombra de hombres famosos con los que trabajan. En ese sentido merece la pena ver la película, si bien se pierde a veces en diálogos algo confusos y las escenas de los ataques de ella al comienzo de la película resultan algo grotescos, sin dudar de que así sean en la enfermedad.

La segunda es Margaret Thatcher. No es personaje de mi devoción, pero fue pionera por ser la primera mujer en muchas cosas. Fue la primera dama de hierro (¿allanándole el camino a Merkel quizá?), y parecía tener las ideas muy claras en un mundo de hombres. Encontró un papel todavía no destinado a la mujer, y lo desempeñó con todas las consecuencias. Se atrevió hasta con una guerra que le devolvió una cierta popularidad a pesar de que su gobierno realizase tantas medidas impopulares. Que Meryl Streep borda su papel, no cabe duda, pues esa actriz puede hacer lo que quiera, y siempre parecerá ese personaje, pero para mí la película La dama de hierro se queda corta y se pierde en la enfermedad actual de Margaret Thatcher, que vive aún. Dar tantos detalles de su día a día ahora en su demencia senil me parece un poco fuera de lugar, y a la película le falta más contenido de fondo del momento y quizá un análisis de lo que el thatcherismo ha supuesto para Inglaterra y para Europa.

Y la tercera es Icíar Bollaín, que no es ningún personaje de película en la actualidad, aunque sus comienzos fueron como actriz, sino un genio de directora y de lo mejor que dará el cine dirigido por mujeres jamás. No tuve oportunidad de ver También la lluvia cuando salió en España, pero el sábado pude verla en Hamburgo, en versión original, y salí muy impresionada por la manera tan inteligente de unir dos puntos en la historia, con más de 500 años entremedias, que demuestra que el ser humano no ha aprendido nada, y que se siguen realizando las mismas barbaries sin sentido y explotando a los mismos de siempre. La película contiene otra, es decir, el rodaje de una película sobre la época de Bartolomé de las Casas y Montesinos, que fueron unas de las primeras voces que se alzaron pidiendo un trato digno para los indios tras la llegada de los españoles. De la misma manera, el equipo que realiza la película explota lo que puede, contratando a montones de extras por dos dólares al día. Y mientras ruedan en Cochabamba, estalla la guerra del agua, al subir una multinacional americana el precio del agua en un 300%. La gente, indignada, y entre ellos muchos extras de la película, empieza a poner tuberías con las que poder usar el agua de la lluvia, hasta que la policía trata de impedírselo, lo que causa la revuelta, ya que les quitan hasta el agua, también la lluvia, como dice el título. Si no la han visto todavía, no dejen de hacerlo. Es impactante y ahoga en ciertos momentos por las barbaries cometidas en el Nuevo Mundo en la época de Colón y porque a veces se nos olvida que hay demasiados lugares en el mundo donde hay gente que lucha y muere por lo básico, como el agua. Los actores son todos buenísimos, pero en esta película les roba el protagonismo la directora, invisible pero presente en todo momento.

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