jueves, 5 de enero de 2012

La ilusión

Me encanta el 5 de enero, desde siempre. En Alemania es un día que pasa sin pena ni gloria, pero en España no. Se respira ilusión en el aire, y no solo en las tiendas y en las arcas de los comerciantes. Para los niños es el día de esperar algo que ansían, y los mayores participamos de esa alegría, dándosela a ellos, o entre nosotros, que también nos gusta dar y recibir, por mucho que digamos. Los magos de Oriente ya han recorrido las calles de las ciudades, y ahora los niños ponen sus zapatos, agua para los camellos, y alguna vianda, para que sigan su viaje repartiendo ilusión. Es la noche más mágica del año y recuerdo no haber pegado ojo en muchas de ellas. Qué ilusión. Me alegra que Papá Noel no haya desterrado a nuestros Reyes, que siguen siendo los reyes del regalo.

No solo es difícil afrontar la competencia de Santa Claus, pero también sobrevivir en épocas de crisis. En Madrid se han suprimido cabalgatas este año para ahorrar, y por eso ha sido un lujo ver una hoy en la junta de distrito de Vicálvaro, una señora cabalgata para ser de un barrio normal. El despliegue de carrozas ha sido muy bonito y trabajado, y hemos cumplido con la rutina del día 5 de enero, sin pasar por el suplicio de la cabalgata del centro de Madrid, que es la más impresionante, pero que se ve mejor en televisión.

Tras comer un trozo de roscón, que será el rey mañana en todos los desayunos, y la consabida discusión de si está más rico con o sin nata (para mí "sin", por supuesto, como la tortilla sin cebolla), los reyes repartirán ilusión esta noche. Falta nos hace, en un momento de desilusión y desencanto. No se nota en las tiendas del Barrio de Salamanca, pero sí en las conversaciones de la gente y en las malas noticias que leemos u oímos diariamente. No solo la crisis ha hecho mella, sino los muchísimos casos de corrupción le han robado la ilusión a la gente. La impresión es que aquí el que puede se enriquece robando, y encima sale impune en muchos casos. Yo le pido a los Reyes que se lleven la desilusión y que los chorizos y corruptos sean desenmascarados para siempre, y que nos creamos de una vez que se pueden hacer bien las cosas, pero no porque sea una ilusión sino porque los responsables así lo hagan.

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