domingo, 8 de enero de 2012

El alijo

El alijo ha llegado bien. No sé lo que se pensaron los de las aduanas, pero debió parecer un cargamento muy peligroso. Yo no me había dado cuenta de ello hasta esta mañana, pero voy por partes. Anoche regresamos de unos días en Madrid, y por la noche nos dimos cuenta de que a una de las maletas les faltaba el candado. Al abrirla no eché en falta nada a primera vista, pero sí vi que habían revuelto todo. No me hizo gracia, pero no pude aclarar por qué hasta esta mañana, cuando he empezado a sacar las cosas. De repente veo el "alijo" a un lado de la maleta y no debajo de una caja con unas botas, donde lo puse. La caja me la han roto también, para sacar las sustancias de debajo a lo bestia. Supongo que iban con prisa, claro, pero así no se tratan las cosas de las maletas. Claro que si en vez de garbanzos, lentejas y judías pintas hubiese sido droga, supongo que daría igual cómo está la caja de las botas y el resto de la ropa. Estuve a punto de negarme esta vez a traerme la legumbre, pero cualquiera le niega nada a una madre que te dice que las de aquí no son tan "finas" como ésas, y me da las tres bolsas. Pero hoy le he dicho que es la última vez que traigo tal alijo en la maleta, pues si no me han roto la maleta es por poco, si me han robado algo, me daré cuenta próximamente, si echo a faltar algo. Y todo por unas lentejitas o garbanzos de los buenos.

Podría hacer un análisis de lo que han evolucionado las exportaciones a Alemania en las últimas dos décadas haciendo una relación de los artículos que he traído en mi maleta durante años. El producto estrella es el jamón, y ese sigue viniendo, pues aunque aquí lo hay ya, los buenos son demasiado caros aquí o inexistentes. Lomo ibérico también traigo, pues aquí no hay. Y chorizo y salchichón a veces, porque ésos ya se encuentran. El queso manchego lo desterré de la maleta hace tiempo, porque aquí lo hay ya, y en diversas variedades. Todavía me río ahora de la época en la que traía tomate frito Orlando o Solís, porque los tomates fritos aquí no me gustaban. Ahora encuentro éstos en la tienda española, por lo que me ahorro el peso. Durante años traje sardinas en conserva, y otras latas, hasta aceitunas. Dejé de traer conservas también hace mucho, porque aunque no sean las más "finas", las que venden en la tienda española cumplen su función, y ya no vienen de alijo en la maleta. Tampoco traigo ni Cola Cao, como hice alguna vez, ni gel Magno, pues ya lo tienen también. El surtido de la tienda española habrá ido creciendo a las sugerencia de los españoles hartos de traer en su maleta productos que les harían sonrojar de abrir los aduaneros la maleta delante de ellos.

Pero supongo que siempre habrá algo que traer. Legumbre ya no volveré a traer, pues he aprendido la lección. Pero a mi morcillita de Burgos, a las pipas (las de la tienda española son con sal), al lomo, y al jamón no renuncio ... En fin, la de alijos que volarán por el cielo estos y todos los días del año, de un país a otro. De aquí llevo salchichas, mazapán, chocolates, Curryketchup, un concentrado de tomate, y lo que le guste a mi gente en España. No se trata de alterar a los de las aduanas, que estaran curados de espanto, sino de darnos unos momentos de placer, aunque sea por unos minutos. Que el mundo sigue lleno de placeres banales e infinitos.

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