viernes, 13 de enero de 2012

El falso ahorro del tiempo

Por fin hoy terminé de leer Momo, justo cuando el profe de mi hija le ha dicho hoy que me da un notable bajo, por  haber tardado tanto leerlo (recordarán a lo mejor el órdago que me eché de que leería las lecturas del instituto de mi hija para llenar mis lagunas habiendo estudiado filogía alemana y teniendo tantas y cómo ella se lo largó de inmediato). El tiempo, ay el tiempo, el tema central del libro, es el culpable. La novela, que he leído a ratos robados de otras cosas, me ha hecho reflexionar bastante y me ha sorprendido por su modernidad. Publicada en 1973 por Michael Ende en un momento en el que creo que los niños eran todavía niños y sabían "aburrirse" escalando árboles y jugando en la calle, porque se podía hacer además, refleja un mundo de fantasía en el que la proyección a la realidad y la vida que llevamos hoy día es auténtica. Momo es la niña que les devuelve a la gente el tiempo que les han robado los ladrones del tiempo, los hombres grises, en una lucha contra el tiempo para ganar tiempo otra vez. Todo un clásico alemán de la literatura juvenil, junto con otras obras de Ende como "La historia interminable",  apto para todas las edades y cuya lectura recomiendo, por sorprendente.

Al comienzo de la historia, Momo disfruta de días de ocio con sus amigos, Beppo el barrendero y Gigi el guía turístico, en las ruinas de un anfiteatro en las afueras de una ciudad. El mayor talento de Momo es que sabe escuchar, Beppo tiene una paciencia infinita, y parece lento, pero en realidad es un gran sabio, dada esa lentitud y pausa al hacer las cosas, y Gigi es el gran contador de historias, con una imaginación infinita. Los niños acuden en masa a jugar allí, y en esa zona se paran los coches, para que los niños jueguen, y todos disfrutan de las historias y el juego.

Pero los hombres grises empiezan a robarle el tiempo a los habitantes de la ciudad. Las personas que hablan con ellos no lo recuerdan después, pero empiezan a ahorrar tiempo en una inversión que creen de futuro, pero que en realidad es lo que hace que los hombres grises vivan. Ellos queman ese tiempo en unos cigarros que llevan siempre en la boca y que les mantienen vivos, por lo que al final no ahorran los humanos tiempo como creen. La gente cae en la trampa y ahorra y ahorra tiempo en una Caja de Ahorros de tiempo que les promete devolvérselo con intereses, pero el pago es una vida estéril en la que la gente solo trabaja, no disfruta de nada, y todo es material y sin alegría, vidas frías, como el frío que transmiten los hombres grises a los que hablan con ellos. Por eso Momo es una amenaza para ellos, pues consume el tiempo de los niños y de la gente, escuchándolos. Tras ofrecerle cosas materiales para quitársela de en medio, al final la única manera con la que consiguen dañarla es alejando a los niños de ella, y peor aún a sus amigos del alma, Beppo y Gigi. Al primero le dicen que si barre y barre sin pausa conseguirá rescatar a Momo y acaba agotado y mal, y al segundo le convierten en un escritor famoso que ya no siente alegría al contar sus historias, que repite una y otra vez, pues se le acabó la fantasía, y aunque es rico y famoso, acaba llevando una vida vacia. Tan solo Momo no se deja llevar por el miedo y con la ayuda de la tortuga Casiopea, consigue vencer a los hombres grises, y devolverles el tiempo a todos.

Historia de fantasía, pero que hace perfecta alusión a que nuestra vida está llena de hombres grises, que nos roban el tiempo y que nos hacen olvidar que esas cosas en las que creemos perder el tiempo son en realidad nuestro elixir de vida y lo que nos hace seguir sintiéndonos personas. Si solo trabajamos, y "ahorramos" tiempo ocioso cayendo en el círculo vicioso de más producción y más trabajo, más tiempo para el trabajo, menos para nosotros, y la creencia en la que todos caemos al final y que es la más peligrosa: todos hemos terminado por pensar que solo si hacemos algo productivo, habremos utilizado bien el tiempo, cuando no es el caso. A mí me sigue costando sentarme durante el día a leer, fines de semana incluidos, y por la noche también, y por eso he tardado tanto en leer el libro, porque todo parece más importante que eso, y quizá lo sea, pero de la misma manera me digo a menudo que en realidad no tengo tiempo para este blog, cuando no es cierto, pues he de tenerlo, por lo positivo que es para mí. Hace poco alguien me recriminó que yo solo tengo tiempo para lo que me interesa, y respondí que como todo el mundo. Todos sacamos tiempo para lo que nos es verdaderamente importante, y si no fuese así, estaríamos muertos, y los hombres grises nos habrían robado lo esencial.

1 comentario:

  1. Bueno, es una novela fantástica y muy actual aunque presiento que los chicos de hoy no entienden qué es eso de perder el tiempo; quizá haya que ser de otra generación como la nuestra y la de nuestros padres. Quizá puedan entender que tienen unos padres a los que les falta el tiempo para dedicárselo a ellos o más bien echan de menos que sus padres estén más presentes en sus vidas.
    Yo también leí Momo tarde, cuando tuve que leerlo como profesor para evaluar a mis alumnos. Y me alegré mucho de haberla leído porque destapa la locura y el sinsentido de la vida acelerada que llevamos.

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