domingo, 15 de enero de 2012

Idilios flotantes

El primer crucero del mundo tuvo lugar el 22 de enero de 1891, cuando salió de Cuxhaven, un puerto del Mar del Norte en Alemania, hacia el Mediterráneo un grupo de pasajaros viajando por viajar y que se pasaron dos meses comiendo ostras y bebiendo champán. Fueron los primeros en realizar un viaje en barco como viaje en sí. A bordo iba también el inventor de la idea, Alfred Ballin, un hamburgués al que se le ocurrió llenar sus barcos en el trayecto a América, que en invierno iban medio vacios. Así que de Hamburgo tenía que ser el inventor de la idea.

Más de un millón de alemanes realiza un crucero cada año, y las cifran suben. Atrae también a familias esta forma de viajar. Quién diría que Hamburgo, puerto fluvial, es uno de esos puertos a los que llegan barcos gigantes que hacen parada aquí, como si del Caribe se tratara, pero la flamante terminal de cruceros de la HafenCity lo permite. La oferta es tan variada hoy día, que podemos hasta pasar la Navidad en barco en los fiordos noruegos y visitar a Papá Noel si hace falta. Como horror de los horrores me imagino los cruceros de Disney, en barcos llenos de Mickey Mouse y consortes y todo divertimento infantil.

Pero recuerdo un artículo que leí no hace tanto que hablaba de pasajeros que desaparecen en alta mar, que se evaporan en el barco, y de casos que quedan sin aclarar. Un suicidio a bordo, si el que lo hace no deja alguna carta en la que quede constancia del hecho, es algo difícil de aclarar porque no queda cuerpo si salta por la borda. De asesinatos mejor no hablar, pero igual, ... es muy fácil deshacerse del cuerpo. Y el artículo hablaba de una asociacion en EE.UU. de padres o allegados de "desaparecidos" en cruceros y que a la hora de investigar se encontraban con silencio del capitán del barco y del resto del personal. Porque, ¿quién quiere dañar esa imagen de felicidad de esos viajes? Yo por supuesto, que tengo un puntito de aguafiestas, lo sé, pues jamás haría un viaje así.

Lo anterior lo escribí hace un mes, en una de mis múltiples ideas que plasmo a veces en borradores de posibles posts y en los que elaboro mis fobias más personales. Porque la idea de pasarme unos días en alta mar rodeada de gente feliz en un mundo de fantasía y ficción me horroriza. Jamás realizaría un crucero, y por eso, las imagenes del barco medio hundido en la costa de la Toscana me han parecido espantosas. La idea de que tanta gente guiada por un capitán tan inepto que encima salió huyendo uno de los primeritos, y pasajeros que dicen que vivieron escenas dignas del Titanic, me parece dantesca. Lo de las mujeres y niños primero queda para las películas, pero como decían antes en las noticias, el personal de los cruceros no está cualificado para actuar debidamente en esos casos. Supongo que es porque solo están para recrear el mundo feliz y no para ningún imprevisto, ya que con los precios que tienen los cruceros hoy día, al alcance de más público que antiguamente, esos serán gastos en los que ahorrarán. Se trata de divertirse y de ser feliz una o dos semanas a bordo. Quién habla de peligros reales. Confirmo que seguiré teniendo más riesgo de estrellarme en un avión que de hundirme en un crucero, porque como dice mi madre siempre, donde está el cuerpo está el peligro. Y lo malo es que en un barco, lo de sálvese el que pueda, sigue siendo bastante cruel.

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