lunes, 9 de enero de 2012

Familias en el aire

Las familias que los últimos días han estado en el aire de un país a otro de Europa, o de un continente a otro, estarán ahora en tierra y en su sitio. Estar en tierra no significa estar en tu tierra, por lo de que esa tierra en la que estás no es de la que eres. El ser y estar, si ya lo digo yo en todas mis clases de español, el soy y el estoy, que no es lo mismo. Pues estaba yo en el aire el sábado por la tarde y el avión iba lleno de familias que estaban. Era obvio que todas regresábamos y el modelo era el mismo: parejas de dos países diferentes, y niños bilingües. Hasta haría otra generalización: madre española, padre de otro país, y niños mitad y mitad. Comentario de otra madre española a sus hijos antes de aterrizar, sabias como somos: "Mirad el sol, que ya no lo vais a ver en mucho tiempo" (gran verdad).

La Navidad es esa época del año que mezcla a las familias del mundo como si de una coctelera se tratase y tras mezclarlas, las esparce por el cielo que las lleva a sus lugares. Digamos que la Navidad reestablece el orden debido: todos los de fuera regresan, y las familias que normalmente no se ven, están juntos unos días. Los críos practican esa lengua materna que normalmente es solo eso, materna porque la hablan solo con la madre, y esos días en los que son, la hablan con sus abuelos, primos y tíos. Pero llega el final de las vacaciones, y los aviones se llenan de familias que vuelven a las tierras donde están habitualmente. Hoy he pensado en las montones de familias internacionales que vi desplazándose el sábado. Como el viaje fue con escala en París, había parejas de francés con española y niños francoespañoles; en ambos vuelos había una familia cuyo origen estaba claro por la lectura de uno de los niños, un libro titulado algo así como "Volveremos a primera", por el St. Pauli que bajó tras una temporada a segunda división. Y hoy estarán todos en su lugar, el debido, en sus colegios, trabajos, etc., pesando si es posible tener inviernos con luz y sol y a 13 grados o si no habrá sido todo un sueño.

Y aquí ha seguido todo su curso. Alemania sigue hablando de los escándalos del Bundespräsident, Wulff, que no se va ni con lejía y eso que está plenamente descalificado pues él solito lo ha hecho, al dejar un mensaje en el contestador del diaro sensacionalista Bild, amenazando para que no publiquen más noticias de él, y sigue abriendo más telediarios que cuando me fui, si es posible. Más interesante me parece el noticiero de mi hija pequeña sobre su clase: "Mamá, a Leonard le trajo Papá Noel como regalo la foto de una ecografía, con la hermana que va a tener" (a mi hija parecía entusiasmarle poco un regalo así, comparando con las muchas otras posibilidades que existen), "y es el cuarto hijo de esa familia" (sarna con gusto no pica, pensé yo); y "a Leon el día de Nochevieja a las cuatro de la mañana los ladrones les entraron a robar y se llevaron un iphone, dos mil euros, y un par de cosillas más". Yo le pregunté si ella ha contado de sus vacaciones en España, a lo que me dijo que tampoco había tanto que contar... Ahora caigo en que anoche me preguntó si podía contar que la abuela le había puesto vinagre en la cabeza y una bolsa de plástico, porque todavía descubrimos una liendre y mi madre sacó sus métodos matatodo. Pero como eso sería un método muy salvaje aquí, le dije que no, pero ahora entiendo que con esa noticia ella se hubiese lucido más en el intercambio de información tras dos semanas de vacaciones, porque al fin y al cabo decir "he estado dos semanas en Madrid, al solecito, he ido a Segovia, he montado en telesilla, he ido a un templo egipcio que hay en Madrid, he comido las uvas en Nochevieja, he ido a la Cabalgata, y me han traido cosas los Reyes", supongo que todo eso no le interesará a nadie y debe parecerle de lo más normal, al menos a ella.

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