lunes, 3 de octubre de 2011

Mundos más nórdicos

Me cuesta creer que haya mundos más nórdicos que el mío, pero los hay. No hay más que coger un avión, subir una hora y veinte minutos en línea recta, y te plantas en Oslo. Se parece a mi mundo en mentalidad y estilo de vida, y sin embargo es otra cosa. Aquí el que no hable inglés no se coloca en nada, pues cualquiera que despache al público o el revisor de billetes ha de lidiar con montones de personas que no hablan ninguna palabra de noruego. La gente es amable, pero también parecen vivir en su cápsula de la felicidad. Y este primerísimo mundo tiene sus problemas, como todos, con bastantes pobres pidiendo en el centro, por no hablar de los atentados de julio que conmocionaron al país.

Me está sorprendiendo mucho Oslo, por variado e interesante. Tiene museos maravillosos, como el del Pueblo Noruego, que es el museo al aire libre más antiguo del mundo. Y de los que he visto de ese estilo el más bonito. El de los Barcos Vikigos otra maravilla, y solo por esos dos museos merece la pena venir a Oslo, sin olvidar por supuesto a Munch, con su cuadro " El grito" y otros.

La ciudad ha incorporado muy bien la modernidad a su estética nórdica, con la nueva Ópera, sobre cuyo tejado se puede caminar, y barrios en el puerto que se parecen a la HafenCity de Hamburgo, o al revés.

Lo único que me disgustan son los precios, excesivos, el lugar más caro que conozco. Jamás he gastado menos en un viaje, pues hay poco que merezca la pena comprarse, y a la vez más en comida, bebida (y sin comer en ningún restaurante de lujo...) y en transporte. Pero merece la pena inspeccionar estos mundos más fríos y nórdicos que el mío. Volveré a Noruega seguro.

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