martes, 25 de octubre de 2011

Octubre de oro

Este año me lo creo, no como otros. Existe un término para el mes de octubre, que otros años me suena a metáfora: goldener Oktober, 'octubre de oro'. En verano y en septiembre, y más si el tiempo ha sido pésimo, como este año, la gente se (o te) consuela diciéndote que por suerte vendrá el "octubre de oro", a lo que yo digo siempre que "si eso...", "que a lo mejor...", pues no me lo creo. Muchos años tal mes pasa en remojo, y las hojas en sus tonalidades ocres y rojos de toda la gama son un incordio desde el primer momento y a falta de sol, no se disfruta del espectáculo que nos ofrece la naturaleza. Pero este año es real: el sol está haciendo brillar a las hojas como nunca, o al menos me lo parece a mí, porque cada otoño que vivo inmersa en la naturaleza me gusta más aún que el anterior, aunque sea la estación que da paso a la nada: los árboles pierden sus hojas y dejan su desnudez al frío, pero antes de hacerlo, en su vejez, las hojas se hacen más visibles que nunca. La naturaleza se prepara, como la ardillita que mis hijan han pillado in fraganti guárdandose sus provisiones para el invierno en nuestro jardín, todo un honor. Hoy bromeábamos diciendo que le podemos poner unas cuantas nueces o cacahuetes de los comprados, o de paso darle yogures, helados o chocolates, pero todo con sabor a avellana o con ellas dentro. Por suerte la ardilla no nos necesita, y bellotas y de todo hay por ahí: no hay más que mirar alrededor, en uno de los octubres más auténticos que he visto.

2 comentarios:

  1. ¡Qué idílico! Luego se lo contaré a éstos (les hará mucha gracia). Nuestro jardín también tiene "fauna" pero más austera: gorriones, mirlos, salamanquesas, lagartijas, langostas, caracoles... bueno, también tenemos muchos pajaritos (petirrojos, verdecillos)

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  2. La ardilla se va a hacer famosa. Ya me han pedido fotos, y trataré de hacer de paparazzi y pillarle una buena exclusiva. Me encantan las ardillas, que por cierto son tan escurridizas como las lagartijas, así que cada tierra tiene lo que le toca. Aquí, para "compensar", las babosas son asquerosas y enormes, pues se ponen moradas a comer. A ésas sí que en las temporadas que salen podría hacerles un buen reportaje (puaj), pero la ardilla es tan viva, que a ver si se deja. En cualquier caso sabemos dónde guarda sus provisiones y tendrá que venir a por ellas en invierno.

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