lunes, 17 de octubre de 2011

Los puentes de regreso

Maldita la gana de madrugar tras dos semanas sin hacerlo, pero hoy ha sido la vuelta a la rutina, tras dos semanas de vacaciones de colegio y todo lo demás que se ha quedado suspendido en el tiempo. Ha costado, y me vuelvo a plantear que es una malísima idea interrumpir el curso durante dos semanas cuando llevaba apenas 8 semanas. Hoy todos hemos vuelto a maldecir el despertador, y más porque el invierno es visible ya en estas latitudes. Han bajado mucho las temperaturas, y aunque hemos disfrutado de unos días de mucho sol, la luz pierde fuerza, y en nada nos sumergiremos en las tinieblas del invierno, es decir, en días muy cortos, en los que amanece casi a las nueve casi y anochece a las cuatro de la tarde. Sin embargo ahora tenemos un buen trecho para acostumbrarnos al despertador ya que la rutina no son las vacaciones, de las que disfrutan aquí a en muchos cachitos los chavales, y ahora hasta Navidad será todo seguido al no haber ya más fiestas o puentes.

Hablando de puentes, recapitulo los vistos estas dos semanas en tres capitales europeas. Qué bella construcción son los puentes, por muy funcionales que sean, y parecen estar ahí integrados con su alrededor, pero un puente nunca es casualidad, aunque a veces parezcan tan naturales, no por ser sino por estar. Estamos acostumbrados a pasar de un lado a otro que no nos damos cuenta de lo que nuestras desplazamientos serían sin ellos. Cada uno y todos ellos están ahí porque un día alguien pensó que tenían que estar justo en ese lugar. Como yo los coloco en mi blog, adrede, y hoy los utilizo para conectar las últimas dos semanas y unirlas a la rutina, que es lo más verdadero que tienen nuestras vidas, a pesar de que los puentes sean tan reales.

Parque Vigeland, Oslo. En este puente ni te das cuenta al cruzarlo que es tal,
pues las esculturas son la razón de ser del mismo.

El escultor noruego Vigeland se explayó con sus esculturas sobre el ciclo
de la vida  no solo en este puente sino en todo el parque. 

Amsterdam, como uno se la imagina.
Los puentes sirven de aparcamientos de bicis.

El puente más conocido de Amsterdam, el Magere Brug.
Y el más bonito quizá.

Éste se me ha colado, pues no es de ninguna capital europea sino de una ciudad de provincias holandesa llamada Nimega. Este puente sobrevivió milagrosamente la II Guerra Mundial pese a los bombardeos de la ciudad a la que permite la entrada.
La isla de los museos en Berlín,
 rodeada de puentes para cruzar el Spree, el río de Berlín.

La entrada al maravillosísimo Museo Pergamon en Berlín es este puente, que ignoras
porque lo de alrededor es tan monumental que el puente es meramente anecdótico.

Esto es lo de alrededor: museos y más museos (aquí el Bode), puentes y más puentes.

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