lunes, 10 de octubre de 2011

Hay que habérselo ganado

Mi reciente visita a Oslo hace que el tema de los premios Nobel, y en concreto el de la Paz, no me pase desapercibido, ni antes ni después de ser otorgado. Hace una semana visité el centro de los premios Nobel de la Paz, y eso que me había propuesto no hacerlo. Me explico: como mi visita a Oslo era breve, había que seleccionar, y cada vez que veía en la guía o algún folleto la reseña a ese centro, me decía que no lo visitaría, pues metieron la pata hasta el fondo al elegir a Obama en 2009 antes de que comenzase su presidencia, solo por el hecho de ganar la elecciones, y en vista a lo que haría (anda que no tuvieron imaginación). Por supuesto que me alegré de que Obama ganase las elecciones y acabase con la nefasta era de Bush, pero no de ese premio, que no presagiaba nada bueno. Y hace un par de semanas, el discurso de Obama en las Naciones Unidas, debería haber sido motivo para que se lo retirasen. Para una oportunidad clara que tiene de ganarse el premio a posteriori, lanza al mundo su NO al estado palestino. Dijo que garantizada la seguridad de Israel, a lo mejor... podría ser, pero dejando bien clarito que hay poco que hacer. A los pocos días, Abbas, el presidente palestino, presentó su solicitud de un asiento en la ONU para Palestina, lo que demuestra que tan "pacífico" no le sonó el discurso de Obama.

Pues bien, delante del Centro de la Paz de Oslo me acordé de ese discursito del que vi un extracto en televisión una semana antes. Al día siguiente entré en el centro, y me alegro de haberlo hecho. Un error (habrá más, seguro, en más de un siglo de galardones) no emborrona la labor de muchas personas que han luchado y luchan por los derechos básicos de la humanidad en países en los que es difícil hacerlo. Y viendo ese bosque de paneles con las caras de los premiados, me alegré de no ver a Obama entre ellos, sino a muchos desconocidos. Como a Nansen, sobre el que había una exposición, uno de los dos noruegos que han logrado el premio hasta ahora. Zoólogo y explorador polar, el premio se lo dieron en 1922 por su trabajo con los refugiados de varias guerras. Es toda una figura histórica en Noruega.

Y este año se lo han dado a tres mujeres africanas. La presidenta de Liberia no es nadie anónimo, ni en su país lo será la periodista premiada, ni la activista yemení en el suyo. En esa manía de reducir todo a lo simple, todos hablan de mujeres que luchan por los derechos de las mujeres, cuando si se lee un poquito sobre sus méritos, está claro que luchan contra las desigualdades sociales en sus países, o por impulsar cambios políticos. La periodista liberiana Gbowee fue aquella que organizó hace años aquella huelga de sexo para obligar a sus hombres a  luchar por la paz, y aquel movimiento pacifista logró el fin de la guerra civil en Liberia, y el proceso dio lugar a elecciones de las que salió elegida la primera mujer en África como presidenta de gobierno. Quizá lo del sexo no es una mala opción... Quizá debería hacer algo Michelle Obama...
Y más que merecido parece el premio de la activista yemení, que ha terminado en la cárcel, y que micrófono en mano es una de las figuras de la primavera árabe que ha llegado a su país.

Por todo esto me alegro de haber pisado el Centro de la Paz. Porque los que se lo merecen de verdad están ahí, arriesgando sus vidas en muchos casos por los demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario