viernes, 7 de octubre de 2011

Amsterdam, la de siempre y la nueva

Lo bueno de volver siempre a las ciudades que conoces bien, es que sabes lo que te espera, y sin embargo siempre descubrirás algo nuevo. He ido muchas veces a Amsterdam, pero ésta la primera con niños, y es el momento de verla con otros ojos: nada de museos clásicos, Rijksmuseum o el de van Gogh, sino los estereotipos de la ciudad y más.

Comenzamos con Nemo, un museo de la ciencia interactivo, de esos en los que los niños experimentan con lo expuesto. Pero inequívocamente estamos en Holanda: tras pasar por actividades sobre la luz, la energía o las fuerzas magnéticas, de un apartado sobre las hormonas y el despertar a la vida de adultos se pasa a otro sobre el sexo que no deja preguntas sin respuesta. Expuestos están desde una colección de condones a otra de muñecos de madera mostrando posturas del Kama Sutra, e incluso unas cabinas como las de los sex shops... (recordemos que se trata de un museo infantil y juvenil); sin duda estamos en Holanda, donde no hay tabús de nada, y si bien no me considero puritana a la hora de educar a mis hijas, sí que me parece excesivo.

He encontrado el centro de Amsterdam muy deteriorado, sucio y con tales masas de turistas, que todo va de lo mismo: tiendas de souvernirs, de quesos, bulbos de flores. El Leidseplein, esa plaza que de antaño me parecía como cualquiera en Holanda, parece cutre como mucho del centro. Hay que realizar la visita típica en barco por los canales, los Grachten, para volver a ver la ciudad con todo su esplendor, con las casas típicas alineadas a lo largo de los canales.

Hacía muchos años que no volvía a la casa de Ana Frank, la casa "de detrás", como se llama el famoso diario en realidad. La casa escondite estaba oculta detrás de una estantería de libros y el museo explica como vivieron escondidas dos familias hasta que les delataron. Ana Frank soñaba en su encierro con convertirse en una escritora famosa, y viendo los millones de visitantes de la casa, y que con Harry Potter y el catálogo de Ikea su diario es uno de los libros más traducidos, lo consiguió con creces.

El bocado de nata para el final: el Hermitage de Amsterdam, que es la única sala del museo de San Petersburgo en el exterior. Desconocía su existencia, y lleva en la capital holandesa desde 2009. Organizan dos exposiciones anuales con cuadros que presta el Hermitage,  y el edificio, a orillas del río de Amsterdam que da nombre a la ciudad, el Amstel, no podía ser más exquisito.

Lo único para olvidar estos días en Holanda son los precios, de escándalo a la hora de ver cualquier cosa. Pasear sigue siendo gratis, pero con los holandeses nunca se sabe, o si no al tiempo.

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