miércoles, 19 de octubre de 2011

Avances flexibles

Hoy ha vuelto a salir el sol, como si tal cosa. A veces percibo los días de lluvia aquí como la vuelta a la realidad, al ponernos con los pies en la tierra de que esto es lo que hay. Algo así pasó ayer, con el entrenamiento con la bici que tuvo mi hija en el cole. Era obligatorio que la llevaran (al parecer no existe la opción de que un niño no tenga bici), y el entrenamiento era de doce a una. Justo en esa hora fue el rato de la mañana en el que con más ganas llovió y yo, que conozco cómo funciona aquí el sistema, sabía que lo planeado no se anula, ya haya que subir las bicis al Arca de Noé y entrenar allí. A la una me encontré a mi hija como un perro de lanas empapado, y no solo la ropa. Entre lágrimas me contó lo desastroso que había sido el entrenamiento y que ella encima fue la última del triatlón que realizaron, sin prueba de nadar, pues para eso tenemos aquí a la lluvia, que viene a ser lo mismo, y lo que fue peor aún, un niño se rió de ella por caerse dos veces, porque tenían que hacer una pirueta levantando la rueda de delante, y encima llegar la última en la carrera. Alguien tiene que ser el último, le expliqué, pero lo peor fue su orgullo herido y, en su opinión, que se realizara la carrera en esas cicunstancias.

El tema político de la semana no es (aleluya) el euro, aunque los bancos y Grecia siguen dando que hablar, sino el dichoso debate sobre la falta de mujeres en la dirección de la empresas alemanas. El lunes la ministra de la Familia, Kristina Schröder, se reunió con los representantes de las empresas que cotizan en bolsa y les pidió cuentas. La ministra, recién parida, ha preparado un borrador para un proyecto de ley por la cual se les pediría cuentas a las empresas sobre si cumplen los objetivos establecidos previamente, sobre las medidas que toman para aumentar el número de mujeres en la cúpula de las empresas, y su plan es penalizarlas si no cumplen con sus objetivos iniciales. Dentro del gobierno, la encargada de la cartera de Trabajo, Ursula von der Leyen, la anterior en el puesto de Schröder, propone una cuota marcada por la ley, que obligaría a todas las empresas a cumplirla. O sea que o unas cuotas flexibles y voluntarias preestablecidas por las empresas pero obligatorias a la hora de cumplirlas, frente a cuotas fijas para todos. Dos opiniones en un mismo gobierno.

Opino, como con el asunto de la prueba de bicicleta, que podría haber sido pospuesta a otro momento más propicio, que una cierta flexibilidad y voluntariedad es mejor que imponer y considerar que las circunstancias son siempre iguales en todo momento y lugar. Si las mujeres no llegan en Alemania, y escandalosamente en proporción menor a la media europea, a ser ejecutivas es porque trabajando media o con jornada reducida es imposible: las que lo consiguen son en general las que no tienen hijos. Y sin embargo prefiero creer que la cuota flexible es mejor, aunque no poner cuotas y que no hubiese discriminación sería jauja, pero me temo que al final, para que ocurra algo de verdad, habrá que imponer cuotas no flexibles, porque la mentalidad de la gente no lo es.

Estos días pienso mucho en Gallardón (riánse, que sé que para los madrileños no tiene gracia), al ver todo Hamburgo en obras. A veces me dan ganas de traérmelo para acá y que cunda el pánico en la ciudad. Abrir aquí una estación de metro puede tardar 20 años, como ocurrió con el metro al aeropuerto, y ahora hay problemas con la línea S4, que llevará el metro a la HafenCity, el barrio nuevo de Hamburgo. El arreglo del túnel del Elba producirá también atascos espantosos hasta 2020!, leí el otro día, "antes" no se puede solucionar. A lo mejor habría que introducir en cada ciudad un Gallardón como cuota, para que aunque deje a la ciudad arruinada, al menos se logre algo por la ley del embudo. O mujeres que a lo mejor no se merezcan el puesto pero que hagan cambiar la sociedad demostrando que también existen, muevan o no muevan nada, pues los hombres tampoco lo hacen siempre y rellenan también a falta de la disponibilidad que nos roba a las mujeres el sistema. O quitar en los colegios actividades que yo opino que son competencia de la familia y que no nos imponga la consejería de educación que tu hijo ha de tener una bici último modelo en perfecto estado y hacer piruetas delante del resto de la clase, lloviendo a mares.

Son solo ideas. Como cuando se me ocurrió a mí hace hoy justo un año cerrar otro blog como éste, en algo que pareció un sinsentido, pero que no lo fue. Fue un impulso que, como todo lo que parece que hacemos sin pensar, tenía una base sólida. Y la vida siguió tras aquel corte, y volvió en forma de este blog y de otros proyectos en los que me hallo involucrada. Porque tras cada bache o agujero viene un avance que nos lleva a otro lugar, aunque nos demos cuenta después.

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