jueves, 11 de octubre de 2012

Para llorar

Denuncio la suciedad en la que se encuentran muchos barrios madrileños. No hablo del Madrid de escaparate, como la zona entre los museos de arte de la capital, ni del barrio de Salamanca. Hablo en concreto de barrios como el mío: Carabanchel. El espectáculo que ofrecen las calles es para ponerse a llorar, y a las pruebas de las fotos me remito. Cierto que no se barre ya, como cuando yo era pequeña, pero mucha culpa la tiene la gente: veo latas vacías sobre las aceras, bolsas de plástico, papeles, envases, bolsas de patatas fritas vacías. Estos días hay hasta cintas de videos no ya intactas, que ya es tremendo, sino desvencijadas todas, con la cinta interior revuelta y revoloteando por las aceras. Da vergüenza y ganas de ponerse a llorar. Esas cintas no se caen al suelo porque sí, y menos se abren y vierten su contenido solas. Yo misma he visto a gente comerse algo y tirar cosas al suelo. Sin pretender ser racista, en los barrios pobres crece el recelo hacia los inmigrantes latinos, a los que yo misma he visto con comportamientos así, o se mantiene la barrera entre gitanos y payos de toda la vida. Yo misma veo al gitano que vive enfrente de mis padres tirar papeles y porquería al suelo desde su terraza del segundo piso, incluso sus mocos. A la mujer se la ve peinándose la melena y echando los pelos a la calle. Y así está todo. No es cuestión de no limpiar, que falta haría también, por supuesto, sino del poco civismo de la gente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario