sábado, 6 de octubre de 2012

Lo hicimos

El viernes casamos a mi hermano. Será una de esas bodas recordadas siempre. Qué bien pasamos. Ayer estuve muy resacosa y lenta. Les habrá pasado a muchos de los invitados.

Mis hijas se lo pasaron también pipa, y parecerá obvio pero no lo es, y voy a explicarles por qué. Hace poco estuvieron en una boda en Holanda, de su familia paterna y volvieron algo confusas. Ellas fueron pensando encontrar un evento divertido, y se encontraron con una celebración formalísima, con apenas comida, y poca diversión. En Holanda se les da a las fiestas mucho protocolo y ceremonia. Se nombra a un maestro de ceremonias que dirige la función y hay interminables discursos. La gente tiene necesidad de contar en alto lo que les une con los novios. Y en Holanda, país en el que todo es carísimo y sus ciudadanos algo tacaños se les da más importancia a las flores y a los lacitos de los bancos de donde se oficie la boda que a la comida. En la que estuvieron mis hijas no hubo más que bandejas que pasaban entre los invitados pero ningún menú caliente.

En Alemania son algo más generosos y salvo una vez que me pusieron ciervo para comer, y eso fue mi culpa por no gustarme, he comido bien. Pero también hay mucho formalismo, discursitos, que si florecitas, tarjetitas, shows de diapositivas de la vida de los novios.

Y la del viernes fue una boda española en su esencia. Poco protocolo, mucha espontaneidad y diversión. Hay ciertas costumbres y formalismos, pero ante todo lo que importa es estar con la gente y pasárse lo bien. Si además es una boda que se salta incluso los formalismos habituales como la tarta de tres pisos, si encima el novio canta rock en su propia boda, ni hay muchas de las horteradas habituales de estas cosas, pues mejor aún. Y si como guinda el novio es mi hermano, que es una persona muy querida, con muchos buenos amigos de todas las fases de su vida, mejor aún.

El momento alemán de la ceremonia lo puso mi hija pequeña, cuando antes de cantarles a los novios con su hermana y primos dijo a todo el público que no aplaudieran antes de tiempo sino tras la segunda canción. Luego me dijeron muchos entre risas que los alemanes organizan bien a los españolitos.

Al final del día oí que alguien dijo que qué maravilla haberse olvidado un día entero de la crisis y todos los problemas. Lo mismo digo. Que sean muchos más.

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