sábado, 20 de octubre de 2012

De ciudades (des)conocidas con sabores sorprendentes

Me gustan esas ciudades de las que la gente de fuera de un país no ha oído hablar nunca pero de las que todo el mundo dentro sabe que son bonitas y de las que tienen imágenes en la mente. Una de ellas en España sería Cuenca, una desconocida en Alemania, mientras que para cada español su nombre está asociado a las casas colgantes. Igualmente de Schwerin no ha oido hablar ningún español, pero aquí todos sabemos que es la capital del Estado Federal de Mecklenburg-Vorpommern y hemos visto al menos en foto su impresionante castillo. La ciudad se encuentra a orillas de un lago gigante con el mismo nombre de la ciudad, y hoy, aprovechando que ha hecho un día de octubre precioso, me he acercado, tras haber estado hace 20 años. Recuerdo que fue en plenas olimpiadas de Barcelona. La ciudad se hallaba patas arriba, como muchos lugares de la antigua Alemania Democrática tras la caída del muro en 1989 y la reunificación en 1990, el mismo año en llegué a Alemania.

Aún cubierto de andamios, el castillo de Schwerin me pareció impresionante entonces, y a día de hoy luce en su esplendor. Ahora los andamios están en el patio interior, pero el castillo es tan grande, que necesitarán casi lo mismo en restaurarlo que en construirlo. El Land de Mecklenburg-Vorpommern es el menos poblado de Alemania, el más pobre y el de mayor tasa de paro, por lo que es también el de mayor emigración a otros estados del país, sobre todo de gente joven. No toda Alemania es el motor económico que parece, y dentro del país hay regiones a las que habría que rescatar también. Pero esta zona recibe mucho turismo nacional, entre sus playas en la costa, que sin ser caribeñas presumen de más horas de sol que el resto de Alemania (yo no me lo creo), sus islas, su infinidad de lagos en su interior, con su apabullante vegetación y aves. Los precios me ha parecido baratos. No me acojo a estadísticas sino al precio de la bola de helado, a 80 céntimos y no a 1 €, como cuesta en Hamburgo ya. Esos 20 céntimos por bola deben equivaler a la diferencia de poder adquisitivo entre esta región y otras alemanas. Eso lo digo yo, sin querer meterme en datos oficiales, pero los ciudadanos de a pie sabemos perfectamente por los precios cómo es el nivel de vida. Por cierto, si pasan por Schwerin vayan a la heladería Valentino, con un verdadero italiano que canta mientra los sirve, y con helado de avellana que contiene avellanas enteras, y los otros sabores que hemos probado estaban todos de rechupete. Porque por 20 centimos menos la calidad no ha de ser ni mucho menos inferior. Eso me gusta en Alemania.


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