miércoles, 24 de octubre de 2012

A ver cómo se lo explico

Hoy ando metida entre sesos y vísceras. No me he vuelto carnicera, pero una palabra ha desatado toda mi meditación mañanera: criadillas. Inmediatamente pensé en aquella frase de "lo que se come se cría", de los que justifican que les guste. Todo ha surgido por una actividad culinaria que voy a realizar hoy en mi clase, y que por suerte no tiene nada que ver con la casquería, pero que al incluir esa palabra me ha hecho evocar las casquerías de mi infancia. No he visto jamás una en Alemania, aunque se comen algunos de esos "desechos" que para algunos son delicatessen. Muy conocida era la afición de Helmut Kohl a los Saumagen, la tripa del cerdo, que como prueba de cariño a mandatarios de otros países, les invitaba a su casa y se lo servía. A más de uno seguro que se les revolvieron las propias tripas.

Criadillas. Quién sería el primero que se le ocurrió comer tal delicadeza. En Alemania ya no se comen, acabo de leer, tan solo secas se las dan a los perros. Así que ya me imagino las caras de mis alumnos cuando les explique luego lo que esa inocente palabra significa. Ya una vez cuando les expliqué que los callos son una especialidad madrileña, me miraron con estupor. Por suerte, como no como nada de eso, me solidarizo con ellos y les expreso mi comprensión. Pero hoy recuerdo varias situaciones en mi vida en los que sin haber pasado por casa de Helmut Kohl, lo pasé mal. Una fue una vez cuando vivía en Bruselas, cuando por error pedí en un restaurante riñones de ternera, y cuando vi el plato maldije el no saber francés y que lo que yo traduje como el "nosequé" de ternera, fueran unos riñoncitos que deje el plato sin probrarlos. A partir de entonces me puse más en serio aún con el francés. En Bruselas también fui a un restaurante especializado en platos de casquería, sin saberlo yo. Y por suerte encontré un plato en la carta que era carne "normal" y pude salir del paso. Pero el restaurante era un templo gourmet a platos con visceras, sesos, etc. Y monísimo el lugar. Como una antigua carnicería.

Sin embargo el hígado está muy extendido en Alemania en untes de paté o en el Leberkäse bávaro que tanto me gusta, así que no es que no lo coman. De todas formas, tras todas las imágenes que he visto hoy, las que he recordado, y las que mi fantasía ha pintado en mi mente, hoy comeré una pasta con salsa de espinacas y queso gorgonzola. No es que me vaya a volver vegetariana, pero hoy, como que me apetece. Pero en clase me voy a reír un montón. De eso estoy segura.

2 comentarios:

  1. Ya nos contarás qué dicen tus alumnos.
    Yo me declaro procasquero, o proviscero, vamos, que me gustan las vísceras aunque no siento especial simpatía por las criadillas, que no me atraen en absoluto ni por los sesos que tanto gustaban a mi abuelo.
    Del resto, todo (menos devoción siento por los callos) pero me gustan las gallinejas y las entrañas en general.
    Estos órganos contienen impurezas, retienen lo que el cuerpo desecha y por ello podrían resultar poco beneficiosas, pero el hígado, por ejemplo, siendo como es un filtro, contiene mucho hierro. Mi madre me lo daba.

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  2. Ufffff, yo lo siento, pero me quedo con el post de hace un par de días... helados a 80 céntimos la bola!! y encima buenos... Aquí por menos de dos euros la bola, no encuentras nada y encima muchas veces no saben a casi nada...

    Volviendo al post que nos ocupa, yo no soy fan de la casquería, y salvo filetes de hígado de pollo, que tolero medianamente, y sesos que mi madre me daba cuando era pequeño (ahora no podría ni acercarme a "eso"), no he probado nada más, ni tengo intención, por otro lado...

    Así que todo lo que tenga que ver con helados, bienvenido sea, y más, si es a precio "de las antiguas pesetas" (como odio esa frase....)

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