viernes, 1 de abril de 2011

El vacío en la educación

El espacio entre la enseñanza primaria y la secundaria en Alemania es un vacío en el que caen todos los niños cuando pasan del placentero cuarto curso al disciplinado quinto. Lo percibí ayer de lleno, en la reunión de padres del instituto de mi hija. La clase se halla en ese vacío, un espacio que es una adaptación que para muchos no llega, con lo avanzado que ya va el curso, pero que es debido al muchísimo tiempo que se pierde aquí hasta cuarto y que no prepara a los críos para la vida seria futura que se les viene encima un curso después. Pasar al instituto con diez años me parece muy pronto, pero la incongruencia es otra: que de ser todos personitas que van al colegio para fomentar su personalidad, independencia, fantasía, se han de convertir de la noche al día en colegiales serios. Y a muchos se les va un curso en ello, si no más.

Ayer tuvimos que oír quejas y más quejas de los profesores: que vienen demasiado infantiloides, que han estado meses luchando contra costumbres de primaria, como ir a la mesa del profesor antes de empezar la clase, y preguntarle que qué tal y buscar la conversación por cualquier cosa, que no se han dado cuenta que al tocar la campana han de estar sentados en sus pupitre con el material listo para la clase. Todavía se creen muy graciosos, y les cuesta mucho estar en silencio, concentrarse.

Estuve a punto de armar mi revolución particular, pero en una de esas tengo todas las de perder, al ser la única que piensa así, pero me tuve que morder la lengua para no decir que me parece inaudito que el mismo sistema que fomenta en primaria la plena autonomía, y donde a paso de tortuga aprenden a escribir y leer, y luego mucho conocimiento del medio, todo estupendo, pero el "medio" no es aprender una constancia en el estudio, sino una laxitud en todos los aspectos, pues son niños, y ya tendrán tiempo de estudiar y enterarse de lo que vale un peine...

Pero eso es simplemente un año después. Yo estoy de acuerdo con que por fin se ponga seria la cosa, pero no con la dosificación de la seriedad. Porque luego ocurre lo que ocurre... A finales de febrero llegó un correo diciéndonos a los padres que la clase, por colgarse de la pizarra, se la había cargado, y que a la vuelta de las vacaciones de marzo se tomarían medidas. En eso están, tratando de averiguar quién ha sido, pero la clase, por muy inmadura que les parezca a los profesores, forman ahora una piña, y nadie ha soltado prenda de quiénes han sido. Antes de las vacaciones mi hija me dijo "Claro que sabemos quiénes han sido, los mismos de siempre, pero a ver si te crees tú que me voy a chivar". Ahí quedó la cosa, y ayer, más infantiles me parecieron los padres que discutieron una hora sobre la solución a tomar. De confesar uno, dijeron los profesores que el seguro de los padres podría pagar los desperfectos. De ser varios, repartirse. Pero no van a salir los nombres, y seguramente los padres de los que han causado los daños ni estuvieran allí, pues el tema "pizarra" estaba anunciado como un punto del día.

Y nada más levantarnos hoy, saqué el tema de la pizarra, y mi hija me dio la siguiente explicación: "Los mismos salvajes de siempre se han colgado durante un tiempo de la pizarra, la profesora, con lo 'inteligente' que es, arrancó uno de los lados porque estaba algo descolgado, con eso el peso ya no estaba equilibrado, y la profesora de inglés, otra inteligente, al bajar la pizarra hizo que ésta saliera volando al techo, así que en esto tienen todos algo que ver... menos yo, que no me he arrimado a la pizarra".  Pues lo mismo digo yo, en esto tenemos todos la culpa: por fomentar que los críos no aprendan normas siendo pequeños, y que tanto decirles que se muevan, que experimenten con el mundo, puede acabar así, con chavales que se suben a cualquier cosa, que se creen muy graciosos y no hacen más que interrumpir en clase, o que, como oímos ayer, en medio de la clase se ponen a pintar, como les decían en primaria que hicieran en los momentos de aburrimiento (mi hija ha pintado blocs de dibujos enteros en clase, animada por la profesora, que no sabía que hacer con ella en clase de lengua, pues iba más avanzada que el resto).

Lo malo de esto, como al final no pude callarme en la reunión, es que hoy es la pizarra y otro día será otra cosa, y que efectivamente mi hija viene a casa diciendo que el ruido en clase es a veces atronador y que es imposible concentrarse, que muchas veces, cuando los profesores proponen algo interesante, enseguida tienen que abandonar en el intento, pues cualquier invitación a algo nuevo y diferente o sugerente, supone que se despendolen un tiempo, por lo que vuelven a lo mismo de siempre, y muchos siguen aburriéndose y no sabiendo como llamar la atención. Que empiecen a sugerir respeto y disciplina en primero y no en quinto. Creo que adelantaríamos más que en dos horas de reunión de padres.

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