jueves, 31 de marzo de 2011

El ascenso imparable de los Verdes

Que los Verdes, die Grünen, tienen mucho que decir en la política alemana, es algo que se sabe en este país desde que a finales de los años 70 empezaron a llamar la atención sobre temas que interesaban a muchos y sobre los que otros no habían hecho nunca política. Que desde su fundación en 1980 hasta ahora, han formado parte de coaliciones de gobierno, y han dado la sorpresa en muchas elecciones, ha tenido su punto álgido este fin de semana, cuando en las elecciones de Baden-Württemberg el candidato de los Verdes, Winfried Kretschmann, obtuvo el mayor éxito para su partido en unas elecciones (un 24,2 % de los votos), la gran sensación, lo que le permite además ser el primer presidente de un Estado Federal, y más en uno hasta la fecha consevador, cuya capital Stuttgart ha sido feudo de la CDU durante 60 años. Siendo además el estado cuya imagen es la de la Alemania disciplinada y trabajadora, que granito a granito construye la opulencia, resulta más sorprendente aún. Pero en Stuttgart hubo a finales de año las masivas protestas por el megaproyecto de la construcción de la nueva estación central, Stuttgart 21, que suscitó las iras de muchos por ver realizar un proyecto que dicen no necesitar, que le den a la modernidad, y que cuesta además árboles que talar.

Que Fukushima está más cerca de Alemania de lo que parece lo hemos visto estos días. Empieza a irritarme tanto programa en la radio donde los oyentes llaman para exponer su preocupación de si peligramos por la radiación que emite la central. Que los miedos sean de otra índole, lo entiendo, pero enfocar el problema así, de si nos podría tocar una radiacioncita es de muy mal gusto, si pienso en los pobres japoneses que además de un terremoto y un tsunami tienen ahora una catástrofe nuclear.

Que la energía atómica y las centrales nucleares son un tema muy delicado, del que yo no suelo opinar pues entiendo a los que expresan sus miedos, como a los que dicen que de dónde vamos a sacar toda la energía necesaria, y callo por no saber, simplemente, y eso se ve ahora, pues este asunto podría cambiar el rumbo de la política alemana este año. De repente han vuelto a la calle las chapas y banderitas del "Atomkraft, Nein danke", "Energía nuclear, no gracias", amarillitas, con el sol rojo en el centro. El sábado vi a familias enteras que volvían de la manifestación con ellas puestas, a la que asistieron 50.000 personas en Hamburgo, entre ellos muchos jóvenes que no se implican nada en política, y que ahora tienen un tema que les hace manifestarse.

Que los Verdes son un partido bisagra capaz de formar coalición con la derecha y con la izquierda les hace aún más interesantes a muchos. Le puede dar el toque verde a un gobierno del partido que sea, y en contra de otros partidos, cuyo mensaje se vuelve menos claro a lo largo de la legislatura, ellos tienen un programa claro y definido, y han roto alguna coalición por no cumplirse sus expectativas.

Que cuentan con personajes tan carismáticos como Joshka Fischer o en los últimos años Cem Özdemir, alemán de origen turco, que preside actualmente el partido junto con Claudia Roth, les hacen más que salonfähig, como se dice en alemán, es decir que "saben estar en el salón", y no han de esconderse.

Tras los resultados de las elecciones regionales, los otros partidos meditan esta semana sobre su fracaso electoral, tanto la CDU como el FDP, los que gobiernan Alemania en coalición en la actualidad. Pero que los Verdes darán más sustos a muchos en más estados federales este año es evidente. Por muy lejos que quede Fukushima.

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