viernes, 22 de abril de 2011

El mundo al revés

Mi impresión hoy ha sido que en Viernes Santo debe de andar media Alemania en la autopista. La otra media come carne: salchichas en cualquier parte, barbacoas en sus casas, o carne y más carne en el Block House, una cadena de restaurantes para los carnívoros y para todos los que no lo sean. Y ambas cosas, viajar o comer carne, se le han ocurrido a media Alemania y a parte de la otra media. Por mi maravillosa idea de hacer una excursión, me he chupado dos buenos atascos, a la ida y a la vuelta. Existen tan solo dos posibilidades de entrar o salir de Hamburgo desde el sur o hacia al sur: a través del túnel del Elba o por los puentes del Elba, es decir, una subterránea, o "sub-río" podría decirse, y otra suspendidos en el aire. Y para entrar en esos túneles, en los que por un fuego de no hace tanto, uno de los túneles sigue cerrado, ocurrió el efecto "embudo": la salida del túnel era una línea contínua de coches , y la entrada eran 5 carriles reducidos a dos en cuestión de unos cuantos kilómetros y que produjo el atasco, aparte de la mayor afluencia de vehículos.

En el parque de animales en el que hemos estado y que bien merece una entrada en este blog, montones de personas hacían cola para comerse su salchicha. En esos momentos pensé de nuevo que era Viernes Santo y me acordé de los potajes de mi niñez, que tanto odiaba. Ahora ya no tengo esa penitencia, sino además del atasco de la mañana, que fue ligerito en comparación, el de la tarde, pues he tardado una hora en un tramo de 4 kms, gracias a los túneles otra vez. Falta de fantasía por mi parte, pues al planear debí caer en la cuenta que era una malísima idea hacer la excursión hoy, comienzo de las vacaciones de Semana Santa, y con un tiempazo que ya quisieran los españoles esta Semana Santa. A la elección de día se le sumó que sin darme cuenta eligiese yo un restaurante de carne a la parrilla para el Viernes Santo. Al final dudé de si el mejor ayuno o contrición es pasarte unas cuantas horas de tu día libre en la autopista, la famosa deutsche Autobahn, sobre la que mi huésped de España me manifestó su escepticismo. Ella me comentaba que un amigo suyo siempre alaba las autopista alemanas, y que viendo la que se había montado, a ella se le rompía ese mito. "Es que hay 40 millones de vehículos, y 80 millones de habitantes", dije. Y algo habrá que hacer, por muy Viernes Santo que sea y que uno no deba hacer nada, añado ahora.

A paso de tortuga hemos continuado hasta el restaurante de carne, y eso en Viernes Santo, ambas hablando de la provocación que supone eso, habiéndonos criado con potaje los viernes. Pero como vimos, el restaurante nos mostró que no somos las únicas a las que el Viernes Santo no amedentra para no comer carne, pues estaba llenito, como las autopistas, en un día en el que uno no debiera moverse para nada. Incluso imaginamos, y nos reímos al hacerlo, que el restaurante abriese solamente en la cuaresma, una auténtica provocación, y cerrase el resto del año.

Es Viernes Santo, y llevamos más de una semana con sol y cielo azul. Los mercados y supermercados nos recuerdan que la temporada de las barbacoas ha comenzado y hoy, en Viernes Santo, se habrán hecho unas cuantas. Lo siento porque en España las vacaciones están siendo pasadas por agua, pero alguna vez nos tenía que tocar a nosotros el buen tiempo, y no solo los atascos, y podernos comer una buena carne en Viernes Santo, sentados fuera o donde sea, pensando que esto parece el mundo al revés: ni la autopista alemana es lo que uno se cree, ni el tiempo alemán lo que uno espera y el norte de Europa en Semana Santa es mejor que la Costa Azul o Matalascañas como dice un amigo mío. En un momento se desmontan todos los mitos. Y en Viernes Santo.

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