lunes, 18 de abril de 2011

De todo por 12 €

El sábado por la noche tuvo lugar en Hamburgo la "noche larga de los museos", el equivalente a la Noche Blanca que se celebra en Madrid. Los museos en Alemania suelen cerrar a las seis de la tarde, por lo que con la prolongación del horario hasta las dos de la mañana, es como si estuviesen abiertos hasta las cinco de la mañana. Unas 30.000 personas merodeaban de un lado para otro de la ciudad, a horas y en lugares donde en cualquier sábado no habría movimiento. El evento se celebra desde hace 11 años, y 47 museos han abierto sus puertas a la nocturnidad en esta ocasión. Once líneas de autobuses conectaban los museos, incluso uno de los barquitos del Alster era parte del sistema de transportes de la noche.

Hacía 11 años que no iba, pues fui en su primera edición, y el panorama museístico ha ampliado algo su oferta desde entonces. Hamburgo ofrece los clásicos, como el museo de pintura, la Kunsthalle y su edificio adjunto de arte moderno, la Gallerie der Gegenwart, o el Museo de Etnología, o el de Historia de Hamburgo. Pero a la oferta pintoresca se le unen un Museo Afgano, que descubrí en el listado el sábado, uno de pintores (de brocha gorda) y "esmaltadores", en una zona industrial de Hamburgo, o el Museo del Trabajo. Para tanto no dio la noche, pero sí para probar alguno nuevo.

Decepcionante y un buen timo es el más nuevo, Beatlemania, que en pleno Reeperbahn pretende ser testigo del comienzo de la carrera de los Beatles, que fue en Hamburgo, pero que no es más que un edificio de muchas escaleras, salas estrechas, y poco material expuesto, salvo recortes de prensa de la época, objetos de merchandising, y poco más. Fue el momento de la noche en el que me alegré de haber entrado con los 12 € de la entrada conjunta para toda la noche, y no por los 10 € que costaría solo ese museo. Tras el Museo de Kunst und Gewerbe, de Artes Decorativas, que tiene además de estupendas exposiciones una colección permanente impresionante de Art Nouveau, Art Deco, instrumentos musicales antiguos y objetos de todas las épocas, fuimos a las Deichtorhallen, un antiguo mercado de abastos convertido desde hace muchos años en una sala de exposiciones gigante. Nos quedamos sin ver los "Traummänner" por la cola que había, una exposición sobre hombres de ensueño cuyo reclamo en la fachada era una foto de un hombre bien puesto y ligerito de ropa, pero a pesar de la larga fila, muchos parecían llenos de paciencia para verla. Lo mismo nos ocurrió con el Museo de St. Pauli, recientemente inaugurado, y cuya exposición sobre la prostituta Doménica, una que fue muy famosa en Hamburgo, debió atraer a muchos, pero mis acompañantes y yo, al ver la cola, preferimos irnos a tomar la cervecita de sábado noche en la Reeperbahn antes de continuar culturizándonos.

Como colofón final elegimos dos barcos museo del puerto, incluidos en la oferta, el Rickmer Rickmers y el Cap San Diego. Estupenda manera de mostrar que el término museo da para mucho, y más en una ciudad portuaria y con tanto que ofrecer. Fue un estupendo comienzo de mi visitante de España para ver lo muchísimo que abarca esta ciudad, y desde diferentes perspectivas, y todo en una primera noche. Quien quiera puede repetir conmigo al año que viene.

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