jueves, 7 de abril de 2011

La supervivencia

¿Cómo era aquello de Darwin? .... ¿que solo los más fuertes sobreviven? Aprender idiomas es lo mismo. Todos se creen capaces de hacerlo, pero no todos lo consiguen. Los que mejor se adaptan al medio son los que tiran para delante, hasta el final, si es que lo hay, pues el aprendizaje de un idioma no se acaba nunca. Pero lo que está claro es que si empiezas con 20 alumnos entusiasmadísimos por aprenderlo, acabarás con 10, es una regla no escrita.

Qué fácil es decir voy a aprender inglés, o francés, o español, y empezar con toda buena voluntad y tesón. Los adultos podemos decidir hoy hacer una cosa, y al poco tiempo dejarlo porque nos supone más esfuerzo de lo que esperábamos, y ambas cosas las hacemos convencidos. Quién no ha dicho mil veces que tiene que mejorar su inglés o francés, para luego dejarlo todo en un simple plan. O cuántas academias de idiomas están llenas en septiembre, y medio vacias a finales de curso.

No todos son aptos para esta carrera de fondo, y algunos se dan cuenta enseguida y tiran la toalla rápido. La clave consiste en empezar despacito, aceptando las limitaciones, e ir a un ritmo constante, y eso es lo que falla; por una parte la presión de querer tener éxito cuanto antes, y por otra, darse cuenta que hay que trabajar algo, son los obstáculos principales. Porque se puede coger fondo a base de poner un poquito por tu parte, y no tener la actitud consumista de algunos alumnos que te hacen sentir como su profesor como la naranja a exprimir. Ellos consumen, y tú les montas el show y por los poderes mágicos en los que ellos creen, deberían dominarlo en 6 meses máximo. Pero por desgracia se necesita mucho más que eso: fundamental es mucha iniciativa propia, y además no tener vergüenza, hablar bajo "peligro" de que no te entiendan, y no flaquear ante las adversidades, pues justo por eso va pereciendo la mayoría por el camino.

Si los cursos son voluntarios, los buenos propósitos como "voy a aprender español", "voy a aprenderme todos los verbos irregulares", o falacias de tipo "el español es una lengua fácil, mucho más que el francés" los chafa cualquier cosa: una agenda apretada, enfermedades, viajes en medio del curso, y al final de los 20 con los que empezaste en el nivel cero, acaban 10, de esos diez, continúan 7, de ésos, quedan luego cuatro, y al final te encuentras en un día como hoy, con dos... Lo de Darwin, claramente. Tras algo más de un año como profesora de español, he visto de todo, y hoy al comenzar el cuarto curso con el mismo grupo, he visto que solo dos del grupo originario continúan. A ellos se les sumaron otros a lo largo de los siguientes cursos de manera que el curso sigue con vida, con ocho ahora, pese a los que no le dieron un año de vida como mucho. Pero ahí seguimos, aunque renqueando.

Sin embargo, los que han llegado hasta aquí se dan cuenta de las satisfacciones que te produce haberlo logrado. El camino será largo, pero como les decía a los tres que vinieron hoy de los ocho apuntados en la lista, deben pensar dónde estaban hace un año y dónde se encuentran ahora. El curso siguiente veremos quién sobrevive a éste. Hoy se lo volví a repetir: "Chicos, pensad en Darwin, aquí seguís, tenedlo en cuenta, por algo es".

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